“Tenemos una imagen estereotipada del pirata pícaro de capa y espada”
Al estudiar la piratería, ¿es difícil separar mito de realidad?
Mucho. Y cuanto más retrocedes en la historia, más difícil es. Para empezar, a algunos piratas se los ha glorificado, como al inglés sir Francis Drake, por ejemplo. Para coetáneos como el embajador de España en la corte de la reina Isabel I, Drake fue un pirata que atacaba los territorios españoles incluso en tiempos de paz. Para la soberana, Drake era “su pirata”, y lo nombró corsario con efecto retroactivo porque reportaba buenos botines. Es lo que ocurre con el terrorismo. Quien es un terrorista para algunos, es un luchador por la libertad para otros. En segundo lugar, a la gente de mar de todas las eras y a quienes escriben sobre ellos les encanta contar historias fabulosas. Eso hace que sea difícil creer todo lo que se dice.
Por último, comienza a volverse misión imposible distinguir el mito de la realidad cuando nos remontamos a la Antigüedad, que es una de las razones por las que decidí no cubrir ese período. Es complicado trazar una línea entre la piratería, los corsarios y las incursiones costeras de algún señor de la guerra o las operaciones estatales. Odiseo, por ejemplo. ¿Era pirata, corsario o parte de una flota nacional?
Su libro incluye algo poco habitual en otras obras sobre la materia: un análisis de la piratería asiática. ¿Cree que se ha escrito demasiado sobre la piratería anglosajona, dejando de lado otras culturas con prácticas similares?
Aunque ahora hay suficiente material sobre manifestaciones no occidentales de la piratería, el prisma para hablar sobre ella sigue siendo principalmente occidental, incluso angloamericano. Lo que significa que tenemos una imagen estereotipada de ese pirata pícaro, de capa y espada, representado por los personajes que han encarnado Errol Flynn o Johnny Depp. También persisten creencias como la de que los piratas eran una especie de sociedad protoanárquica que elegía a sus capitanes democráticamente. Pero ¿qué pasa con las flotas chinas compuestas por cientos de barcos en los que se observó una disciplina tan estricta como en la armada china, con una clara jerarquía? Lo de “un pirata es un pirata” es demasiado simplista.
Corrupción, cambio climático, colonización, crisis migratoria... ¿Qué ha influido más en la piratería?
Todo, dependiendo de la región y del período. Aunque la respuesta más sencilla sería decir que lo que más ha influido es el comercio marítimo. Donde hay comercio marítimo, invariablemente, hay piratas.
¿Cómo definiría la relación de España con el fenómeno de la piratería a lo largo de los siglos?
Por supuesto, también hubo piratas españoles. Pero, después de que España conquistase medio mundo, los marinos españoles fueron más a menudo víctimas de los piratas que piratas en sí. Volviendo al prisma angloamericano, me propuse aclarar las cosas sobre los españoles en mi libro. En particular, insistiendo en que los capitanes de las naves hispanas no eran los bufones con coselete de cuero y morrión que se rendían dócilmente ante cualquier marinero inglés. Espero haber hecho un buen trabajo aclarándolo.