NAZI ARREPENTIDO
De los ciento cuatro nazis reclamados a España por el Consejo de Control Aliado en 1947, Reinhard Spitzy era uno de los más difíciles de extraditar. Este diplomático y espía austriaco, activista nazi durante los años treinta en Viena y miembro de las SS, llevaba oculto desde 1944 por su implicación en los planes para detener la guerra y derrocar a Hitler. Spitzy había llegado a España en 1942 para actuar como espía bajo la tapadera de trabajar como ejecutivo de Skoda, la empresa de armamento checa incautada por los nazis. Anteriormente había trabajado como secretario del ministro de Exteriores Joachim von Ribbentrop, y para Wilhelm Canaris, jefe del Abwehr, la inteligencia militar alemana. Desencantado con Hitler, cuando se enteró del fracaso del atentado de 1944, decidió ocultarse, ya que había mantenido contactos secretos con los insurrectos. Gracias a su amistad con la aristocrática familia de los Hohenlohelangenburg, quienes residían en Madrid, Spitzy se ocultó en un palacete en Santillana del Mar. Dos años después, cuando le informaron de que era buscado por los aliados, se refugió en el monasterio burgalés de San Pedro de Cardeña, bajo la identidad de Ricardo de Irlanda. Ferviente católico, permaneció allí dos años, hasta que en 1948 tomó un barco en secreto en Bilbao con destino a Buenos Aires. Para sufragarse el viaje, vendió al general falangista Juan Yagüe los planos de un cohete antiaéreo fabricado por Skoda. En 1958, cuando prescribieron los cargos por su implicación en actividades terroristas en Austria, Spitzy volvió a su país. Murió en 2010 en Maria Alm, un pueblo alpino de Salzburgo, a los noventa y ocho años. ●