SER MUJER EN LA ANTIGUA ROMA
Una original revisión de la historia de Roma desde el estudio de la perspectiva de género
Existe el prototipo de mujer romana? La respuesta es no, y la autora de este volumen lo transmite desde el inicio: “No existe la ‘mujer romana’, existen muchas formas de ser mujer en Roma”. Esto se traduce en una infinidad de historias personales, condicionadas por el espacio y el tiempo, imposibles de agrupar en una categoría homogénea. Sin embargo, todas tuvieron que enfrentarse por igual a ciertos aspectos sociales que sí fueron comunes y que, al trazarlos, permiten esbozar un marco general en el que situar esas experiencias infinitas.
Patricia González, doctora en Historia Antigua, consigue desarrollar una excelente aproximación a un fenómeno complejo. Su periplo comienza con una reflexión sobre la construcción de la mujer y su identidad en la época: de qué modo los conocimientos sobre biología o el folclore moldearon la visión social de la mujer romana. Continúa presentando a la mujer en el ámbito familiar, su condición jurídica y todos los aspectos asociados a ello, del divorcio o el aborto a la violación y la violencia de género. La autora analiza después su papel en el sacerdocio, los festivales religiosos y su relación con las diosas. De especial relevancia es la parte dedicada a aquellas silenciadas por las fuentes, como las esclavas y las prostitutas.
A través del trabajo, muchas mujeres tuvieron la oportunidad de romper determinadas barreras, como las médicas, matronas, hilanderas, tejedoras, peluqueras o maquilladoras. En este sentido, la lectura y crítica epigráfica y arqueológica que González presenta merece destacarse.
Una reflexión necesaria
La obra finaliza con una atinada reflexión sobre mujeres y poder, y, en concreto, acerca de cómo algunas consiguieron utilizar su influencia para sortear los obstáculos impuestos socialmente. Aunque tengamos referencias sobre un puñado de ellas, las fuentes también muestran un gran sesgo al presentarlas, por lo que Patricia González nos invita a repensar la evidencia más allá de lo aparente. La perspectiva crítica de la autora, que en ningún caso pretende ofrecer una visión completa de lo que fue ser mujer en la antigua Roma, tarea imposible, articula una profunda reflexión. Su lectura minuciosa de las fuentes, combinada con toques teóricos y datos arqueológicos, amplía la mirada del lector sobre las muchas maneras de ser mujer que existieron en la época y cuestiona el discurso tradicional.