Pasaportes de lobo: condena perpetua
Había reos que no podían reinsertarse en la sociedad por su pasado político
Para un preso político considerado peligroso o “irrecuperable” por el régimen –un saboteador, un espía, un conspirador contrarrevolucionario–, cumplir la condena en el Gulag no significaba recuperar la libertad. Eran “enemigos del pueblo” y, como tales, no podían reintegrarse en él. Cuando salían del campo de concentración, estos prisioneros recibían los llamados “pasaportes de lobo” (“volchiy bilet”), un documento de identificación que les impedía residir en las grandes ciudades de la Unión Soviética y cerca de ellas.
Ese DNI equivalía a enfrentarse a una condena de por vida, a un destierro perpetuo. Sus portadores estaban estigmatizados. Tenían dificultades para conseguir trabajo y vivienda y estaban muy expuestos a nuevos arrestos. Las comunidades locales, ya fuera por convicción ideológica o miedo a ser acusadas de complicidad, solían rechazarlos. No les quedaba más remedio que unirse entre ellos, sin levantar sospechas, e intentar sobrevivir juntos. Tras la muerte de Stalin, los “pasaportes de lobo” fueron abolidos.