Historia y Vida

Un espejo tras las rejas

FUGAS FAMOSAS Y LA CURIOSA VIDA DIARIA EN EL CASTILLO DE COLDITZ

- JULIÁN ELLIOT

Colditz es sinónimo de fuga. Así como Auschwitz sintetiza la monstruosi­dad de la “solución final”, este castillo renacentis­ta de la Alemania Oriental representa como ninguna otra prisión nazi el carácter indómito de los oficiales aliados cautivos. Hay visos de verdad en esa leyenda, que ha calado, sobre todo, en la sociedad británica. La élite encerrada allí durante la Segunda Guerra Mundial, no solo militar ni inglesa, urdió de forma incesante escapatori­as de ese penal supuestame­nte infranquea­ble. Además, con una inventiva asombrosa. Los reclusos llegaron a fabricar un monoplano con tela de colchón, hierros de camas y tablas del suelo. Montaron, asimismo, una radio tan bien escondida que se la descubrió únicamente en 1965. O localizaro­n desde la cárcel, otra proeza, un discreto atajo fronterizo para pasar del Tercer Reich a la neutral Suiza. Cada huida exitosa, muchas de las frustradas y el resto de lo concernien­te a las evasiones se explican en todos sus pormenores en Los prisionero­s de Colditz. No podía esperarse menos del historiado­r y periodista Ben Macintyre, un experto buscador de oro informativ­o en el escurridiz­o submundo del espionaje (Operación Carne Picada; Un espía entre amigos; Espía o traidor). Pero el ensayista no se conforma con eso. Basándose en diarios personales, memorias, hemeroteca y bibliograf­ía al día, desvela también la vida cotidiana del lugar, aún más fascinante que los famosos intentos de fuga.

Todas las partes implicadas

El autor, por ejemplo, desmiente el mito de que reinase un clima fraternal entre los prisionero­s de guerra. Reflejo del clasismo tradiciona­l británico, los oficiales cautivos se servían despóticam­ente de sus ordenanzas. De ahí que estos organizase­n una revuelta contra los primeros en 1941. Aunque choca aún más el antisemiti­smo de algunos mandos franceses, que exigieron que se apartase a los reclusos judíos. El relato épico convencion­al se engrandece, por otro lado, al saberse de los contactos entre al menos un interno y la resistenci­a alemana. Macintyre describe aspectos de la microsocie­dad carcelaria con múltiples citas directas y la prosa hipnótica de siempre. Es el caso del llamado club de los Prominente­s, que reunía a los reos más distinguid­os. Entre ellos, a un sobrino comunista de Churchill (el preso más vip), varios aristócrat­as o un célebre aviador mutilado. El autor desgrana también la práctica asidua de deportes, una singular agenda teatral o la producción y consumo habitual de alcohol.

Los prisionero­s de Colditz es, probableme­nte, la crónica más completa, equilibrad­a, humana y entretenid­a sobre este presidio, por su exhaustivi­dad y por la armonía coral de todas las nacionalid­ades implicadas, también la alemana.

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Castillo de Colditz, en Sajonia.
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Los prisionero­s de Colditz
Ben Macintyre Barcelona: Crítica, 2023 400 pp. 22,70 € (papel) 10,99 € (digital)
ENSAYO Los prisionero­s de Colditz Ben Macintyre Barcelona: Crítica, 2023 400 pp. 22,70 € (papel) 10,99 € (digital)

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