Pintor y homicida
Isabel Margarit y Ana Echeverría Arístegui nos descubren la turbulenta existencia de Caravaggio, un hombre de claroscuros
Caravaggio, sobrenombre de Michelangelo Merisi (1571-1610), marcó un antes y un después en la historia del arte al inventar un nuevo estilo, el tenebrismo. El pintor italiano poseía un temperamento apasionado y conflictivo. A falta de espada, golpeaba con lo que tuviera a mano. Se veía a sí mismo como un gentilhombre, y tenía contactos con la familia Colonna desde su infancia. La marquesa Costanza Colonna lo protegió siempre, incluso en los momentos más desesperados. Su infancia no fue fácil. Se quedó huérfano de padre a los seis años. Con pocos meses de diferencia perdió también a un tío, un abuelo y una abuela. Todos, probablemente, víctimas de la peste. A los trece años, su madre lo envió a Milán a formarse como aprendiz en el taller de un pintor de frescos. Todo apunta a que fue muy mal alumno y a que empezó a meterse en líos muy pronto. Tras perder a un hermano pequeño y a su madre, tomó su parte de la herencia y se fue a Roma. Gastó el dinero en un suspiro, pululó de un taller a otro y se desempeñó, incluso, como criado. Su fortuna empezó a mejorar tras conocer a su primer gran mecenas, el cardenal Francesco Maria del Monte, que le compró dos cuadros sobre la vida en los bajos fondos.
Uno de sus biógrafos, Giovanni Baglione, hizo correr el rumor de que tenía un amante masculino, pero Baglione era enemigo acérrimo de Caravaggio, así que es difícil saber si es cierto. De lo que no cabe duda es de que sus cuadros irradian sensualidad cuando pinta a jóvenes desnudos o semidesnudos.
Fascinación y escándalo
Caravaggio protagonizó diversos incidentes. Su delito más grave fue el homicidio de un conocido proxeneta. Costanza Colonna le facilitó entonces la huida a Nápoles, pero cada vez se sentía más descentrado, y su único deseo era poder regresar a Roma.
Su trabajo gusta a algunos sectores de la Iglesia y fascina a muchos artistas, pero escandaliza también a un montón de gente. Le acusan de vulgar. Por otra parte, su capacidad para meterse en problemas supera incluso su inmenso talento artístico. En julio de 1608, se ordena caballero en Malta y se convierte en fray Michelangelo Merisi. En agosto de ese mismo año hiere de gravedad a un monje… y da con sus huesos en la cárcel. Tras una espectacular fuga, cae herido en una emboscada. Sobrevive, pero su final está próximo. Frente al manierismo, el tenebrismo naturalista de Caravaggio se sustentó en colores sobrios, figuras realistas y composiciones simples iluminadas por un único foco de luz.
Para saber más sobre el personaje, Isabel Margarit, directora de historia y vida, y la periodista Ana Echeverría Arístegui recomiendan, como biografía de cabecera, la de Andrew Graham-dixon, Caravaggio: una vida sagrada y profana (Taurus, 2011, 2022). ●