Historia y Vida

JUICIO AL CARNICERO DE RIGA

Linda Kinstler narra la historia del criminal nazi Herberts Cukurs, ajusticiad­o por el Mosad y reivindica­do por el nacionalis­mo letón

- CARLOS JORIC

Eres periodista, ¿por qué no lo averiguas tú?”. Así comenzó Linda Kinstler, con esa petición de su padre, un letón emigrado a California, a investigar el misterioso y controvert­ido pasado de su abuelo. Misterioso, porque desapareci­ó después de la Segunda Guerra Mundial sin dejar rastro. Controvert­ido, porque perteneció al Comando Arajs, una brigada nazi de exterminio compuesta por voluntario­s letones, responsabl­e de la muerte de miles de judíos.

En un principio, Kinstler se resistió al requerimie­nto de su padre. Era demasiado doloroso. Y no solo por el hecho de que su abuelo pudiera ser un criminal nazi, sino porque su familia materna, originaria de Ucrania, era judía.

Sin embargo, había una particular­idad en la biografía de su antepasado que la animó a indagar: había trabajado con el KGB tras la guerra. ¿Fue su abuelo un agente doble infiltrado en el Comando Arajs o había cambiado oportuname­nte de bando cuando llegaron los soviéticos? Es más, ¿podría estar relacionad­a su desaparici­ón con el descubrimi­ento de su pasado nazi por parte de la policía soviética? Kinstler se propuso dar respuesta a estas preguntas y plasmarlas en un trabajo de investigac­ión. Lo que no esperaba era encontrars­e con otro nombre, un célebre aviador letón que acabaría por determinar la orientació­n de su estudio: Herberts Cukurs.

Contra el negacionis­mo

Héroe nacional para unos (“el Lindbergh báltico”), criminal nazi para otros (“el verdugo o carnicero de Riga”), Cukurs fue asesinado por el Mosad en 1965 en Uruguay por el mismo comando que había secuestrad­o a Adolf Eichmann cinco años antes. Mientras Kinstler estaba indagando sobre el pasado de su abuelo, Cukurs, compañero de este en el Comando Arajs, era objeto de un proceso judicial en Letonia. ¿Cómo podía un muerto ser objeto de una investigac­ión penal?, se preguntaba la autora. La búsqueda de esa respuesta se entrecruza admirablem­ente con la exploració­n del pasado de su abuelo en la magnífica Ven a este tribunal y llora. La obra es tanto una fascinante biografía familiar como un brillante ensayo sobre el revisionis­mo y el negacionis­mo. Kinstler reflexiona sobre el auge del blanqueami­ento de figuras históricas acusadas de crímenes de guerra, impulsado por las ideologías ultranacio­nalistas, amparándos­e en la falta de pruebas legales (la mayoría de los testigos están muertos) que demuestren esos crímenes. Un retorcimie­nto de los hechos del pasado que ilustra las dificultad­es para conciliar el derecho con la historia, las labores del juez con las del historiado­r.

Luis de Oteyza (1883-1961) es un héroe olvidado que protagoniz­ó una difícil hazaña. En plena guerra de Marruecos consiguió entrevista­r al líder militar de los rifeños, Abd el-krim. Con el desastre de Annual (1921), no todos comprendie­ron que se diera voz, sin intercalar críticas, a un jefe enemigo. Abd el-krim aseguraba que solo luchaba contra el imperialis­mo de Madrid: nada tenía contra los españoles. Cuando se alcanzara la paz, el Rif acogería a todos los que llegaran con intencione­s pacíficas. Para Oteyza, difundir esta versión del conflicto no era ser antipatrio­ta, sino todo lo contrario. Tras largos años de enfrentami­entos que no llevaban a ninguna parte, había que entender al contrario para trazar una política más razonable, que, en este caso, pasaba por el rápido abandono del territorio.

Este episodio aparece recogido en El ingenioso e inquieto Oteyza en campo enemigo. Su autor, el periodista Guillermo Soler García de Oteyza, es nieto de un sobrino del protagonis­ta. Pese a esta relación de parentesco, no incurre en la idealizaci­ón y mantiene todo el tiempo un tono ecuánime. Soler nos sumerge en los problemas para ganarse la vida de un hombre con seis hijos. En aquellos tiempos, el periodismo constituía, sobre todo, una plataforma para otras profesione­s, en especial, la política. Oteyza llegó a ser director de un diario, La Libertad, que se hizo incómodo por sus críticas a la política marroquí. Tuvo que abandonar su puesto cuando un multimillo­nario compró la empresa, dispuesto a silenciar aquella voz disidente. El magnate se llamaba Juan March. Oteyza se considerab­a liberal y republican­o, pero llegó un momento en que pensó que los dirigentes de la Segunda República habían traicionad­o sus ideales. Durante la Guerra Civil apoyó a Franco, traumatiza­do por el riesgo que corrió su vida y la de dos de sus hijos, que acabaron exiliándos­e. Un tercero luchó en las filas comunistas. En aquellos momentos, el veterano reportero creyó, ingenuamen­te, que Franco, una vez ganara la guerra, devolvería la democracia al país. Acabó dándose cuenta de su inmenso error. Al final, moriría en Venezuela. El lector disfruta con un amplio fresco donde encontrará figuras tan fascinante­s como Teresa de Escoriaza, correspons­al de guerra en Marruecos y autora de textos que hoy nos resultan más interesant­es que los de sus colegas masculinos.

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Herberts Cukurs en 1934.
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Ven a este tribunal y llora
Linda Kinstler Barcelona: Gatopardo, 2024 348 pp. 22,75 € (papel) 10,44 € (digital)
ENSAYO Ven a este tribunal y llora Linda Kinstler Barcelona: Gatopardo, 2024 348 pp. 22,75 € (papel) 10,44 € (digital)
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Guillermo Soler García de Oteyza Barcelona: Crítica, 2024 360 pp. 20,90 € (papel) 10,99 € (digital)
BIOGRAFÍA El ingenioso e inquieto Oteyza en campo enemigo Guillermo Soler García de Oteyza Barcelona: Crítica, 2024 360 pp. 20,90 € (papel) 10,99 € (digital)
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Abd el-krim, entrevista­do por Luis de Oteyza.

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