5 CAVAR Y CAVAR
Tras una sesión de recuperación en mi base de operaciones (que puede haber incluido o no aún más consumo de carne de cerdo) y la fabricación de picos de hierro, estoy listo para volver a la galería.
Aquello es gigantesco. He jugado más veces a Minecraft, pero éste es el más largo y laberíntico conjunto de pasillos que jamás he visto. ¡Y está vacío! No hay criaturas de mi lista a las que matar y lo único valioso que encuentro es un cofre con trigo y una solitaria esmeralda.
Sin embargo, más tarde tropiezo con una abundante reserva de obsidiana. La lava y el agua se han fundido y han formado una encantadora remesa de este negruzco vidrio volcánico. Pero sin un pico de diamante no puedo extraerlo.
Consumo muchas antorchas explorando los túneles, hasta toparme con un creeper en un estrechísimo corredor. Su explosión abre un boquete en el suelo y caigo de nuevo a la oscuridad. Aterrizo en el agua y cuando emerjo me encuentro mucho más abajo de donde comencé. Con sólo un par de antorchas, excavo otro túnel de escape. Milagrosamente (y no creo que debido a mi sentido de la orientación), logro acceder a mi antiguo túnel de huida del episodio de las arañas. Sigo cavando y accidentalmente rompo una roca de lepismas. Unos quince de ellos se lanzan a por mí e intento mantener la calma en mitad de la tormenta de pececillos. Acabo con ellos por los pelos. Después gateo hasta volver a toparme con el sol y me dirijo de vuelta a mi base. El enderman anda otra vez por ahí. Lo dejo para más tarde y casi puedo escuchar una risa burlona…