EL DESAF�O DEL ACECHADOR NOCTURNO
¿Cansado de gobernar? Ve y desangra a tus vecinos, ahora literalmente…
1 En vez de reaparecer de nuevo, decido seguir como estoy y ahorrarme así un interminable viaje por el vóxel equivalente al tamaño de la China rural. No hay mejor momento que éste para dejar aflorar mi lado vampírico, supongo. Sin perder un segundo, voy a por Percy, el pobre bufón del abrigo morado, y le noqueo bajo la niebla con un vaso que sostenía en las manos. Lo bautizo mentalmente como “mi primera comida”. Todo avanza rápidamente. Con la luna sobre mi cabeza, corro a una grieta cercana y construyo una sencilla escalera que desciende a lo que próximamente será mi guarida. Desde la entrada aún puedo ver el municipio de Besteros, con sus antorchas brillando en la noche. Pronto tendré que volver para cosechar de nuevo... Por ahora, lanzo todas mis zanahorias dentro de una fosa. No me son útiles en mi nuevo estilo de vida.
2
Y a mí que las noches se me hacían eternas en Minecraft... Ahora los días me parecen décadas. Amodorrarme no me parece una buena opción, así que paso las horas de sol crafteando un nuevo set de herramientas y cavando mi nueva morada. Pronto dispongo de una base subterránea de operaciones en marcha, con una completa selección de carne animal para consumir mientras planeo mi granja humana.
Las siguientes noches las paso haciendo acopio de recursos y cazando cerdos con carne de discreta calidad. ¡Mi momento llegará! *Risa diabólica*
3 Resulta que la cacería nocturna es mucho más peligrosa de lo que pensaba. A tres corazones de morir y abatido, regreso a mi base tras hacer frente a tres creepers, un zombi y dos esqueletos. Ya allí, degusto un poco de carne podrida mientras contemplo como la gente de Besteros, una vez mía, se divierte bajo el sol de mediodía. Pero pronto...
4
Voy a necesitar hierro. Hierro para herramientas, sí, pero sobre todo para los mostradores que alojarán mis suministros de carne humana. Recuerdo que dejé un pila de ellos en Besteros, así que intento infiltrarme en la villa. Observo que el chef sigue atrapado en la cocina de mi antiguo local de bebidas y me lo anoto mentalmente.
Otro día termina y ya estoy casi listo para albergar algunos “invitados” permanentes. Reemplazo todo el suelo por arena, un mejor absorbente de sangre...
5
¿Sabes lo duro y cansado que resulta arrastrar a alguien contra su voluntad hasta el interior de una mazmorra subterránea cavada bajo su aldea? Yo tampoco lo sabía. Me lleva más de un día raptar a mi primera víctima, Benedict, y arrastrarlo en dirección a mi base. Aún estamos a mitad de camino, y he tenido que cavar un túnel a través de unos pequeños montículos. Pero ya sale el sol. Le dejo que escape de vuelta al pueblo y regreso a la seguridad de mi guarida. La próxima vez, Benedict… La próxima vez…
6
Y entonces me doy cuenta. No necesito salir. Técnicamente, ya tengo a un lugareño a tiro. Incluso ya está apresado. Paso el día y la mitad de la noche cavando un túnel desde mi morada hasta la cocina del bar de Besteros. Una vez allí, le atrapo. En unas horas consigo acorralar al resto de los aldeanos dentro de la improvisada cocina-mazmorra. Después comienzo a trasladarlos de uno en uno por el largo túnel hasta mi guarida, donde he preparado celdas individuales para ellos. Tras recluir a un par, recuerdo algo. Entonces excavo en un muro lateral de mi base y recupero algunas de las zanahorias que tire antes. Las arrojo a los pies de mis prisioneros. Soy un monstruo caníbal, pero tengo corazón. Ilusionado con el cercano banquete de sangre que me voy a dar, empiezo a ampliar la prisión para acoger al resto de ocupantes. De repente, el techo se hunde y un par de bloques de arena caen. Un mortífero rayo de luz solar se filtra por el boquete e incide directamente sobre mi rostro. Por arrogante, he perecido. Al menos Benedict y los otros pueden comerse unas zanahorias en sus horas finales...