Miyazaki y su difícil apuesta personal

Nos ha tocado vivir una época en la que el valor de la imagen está por delante de todo lo demás, nos guste o no. Pero no me refiero sólo a nuestro aspecto físico, que también, sino sobre todo a una serie de aspectos que configuran eso que llaman nuestra "marca personal". Si quieres llegar lejos y desarrollar una carrera profesional exitosa, resulta que tienes que cuidar tu propia marca y hacerla crecer, porque será algo que te acompañe hasta que te retires. Hidetaka Miyazaki era un desarrollador relativamente desconocido hasta hace poco tiempo, pero hoy está ya instalado en el olimpo de los creadores que tienen "marca propia". ¿Qué significa eso? Pues que ha conseguido que sus juegos despierten interés simplemente porque sabemos que él está al frente, sin importarnos nada más. Sus juegos tienen un sello distintivo, y basta. Lo relevante del caso de Miyazaki es que para crear esa marca personal de la que os hablaba al principio se ha apoyado en un aspecto que muchos tenían (teníamos) ya como una cosa del pasado: la dificultad de los juegos. Habíamos asumido que para que un juego triunfase debía ser fácil. Sin embargo, llegó Miyazaki con la saga Dark Souls y comenzó a desmontar ese mito, aun teniendo un éxito de ventas relativo. Es ahora con Bloodborne cuando parece que por fin su apuesta está llegando a un público masivo, lo que le confirmará como uno de los grandes nombres de la industria.

Y hablando de desarrolladores estrella, no os perdáis el lío que se ha montado entre Hideo Kojima y Konami, que parecen estar esperando a que salga MGSV para "divorciarse". Os lo contamos todo en un reportaje que remata este número, tan marcado por los egos de los creadores.