Kirby y el Pincel Arcoiris
Inspirado por el mítico espíritu de Play-Doh, el personaje más comilón de Nintendo aterriza en Wii U a golpe de rayajo multicolor, para devolverle el esplendor a Dream Land.
TRAS PONERSE COMO EL QUICO EN TRIPLE DELUXE, Kirby vuelve a la acción con un juego que es una secuela espiritual de El Pincel del Poder, que salió en DS en 2005. Como en aquela título, el rosado personajen nos deleita con uno de sus opíparos banquetes de enemigos, sino con una propuesta que lo apuesta todo a la pantalla táctil del Gamepad, tanto para bien como para mal. El objetivo es pararle los pies a Claycia, unaun malhechora que ha robado loslo colores de Dream Land. Por suerte, enseguida entra en acción Eline, un pincel animado que nos ayudará a devolverle el color a ese mundom de sueños.
El modo Historia consta de 7 mundos, divididos a su vez en 4 fases (la última se corresponde con unu jefe final), lo que deja un total de 28 fases, que dan para unas 5 ó 6 horas de juego, lo cual es relativamente poco, si bien hay que tener en cuenta que hay coleccionables y un modo Desafíos, sin olvidar que el juego sale a precio reducido (39,95 euros).
EL PINCEL ARCOÍRIS está lejos de los mejores plataformas de Nintendo, pero hay que reconocerle que se escapa de los convencionalismos que imperan en un género tan longevo. La razón principal salta a la vista: es un juego táctil al cien por cien. Eso hace que el control quizás no sea tan preciso como en el de los plataformas con joystick o cruceta de toda la vida, pero aporta una originalidad que se agradece. Así, trazando líneas de color en la pantalla, podemos dirigir al protagonista, dibujarle cuerdas con las que salvar caídas,
hacer bucles, tapas cascadas que impidan el avance, destruir proyectiles... Ahora bien, la pantalla del televisor no se usa para nada, lo cual es extrañísimo para un juego de sobremesa (lo más sensato es apoyar el Gamepad en algún sitio y, simplemente, dibujar con el stylus). Sin duda, habría funcionado mucho mejor en 3DS.
El apartado técnico es notable, pero precisamente por ese ninguneo del televisor, se siente desaprovechado. Por suerte, el diseño de los niveles, pese a su sencillez, funciona muy bien, y la banda sonora raya a un gran nivel.