Hobby Consolas

Juego Star Fox

¿O ERA STARWING?

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La unión entre Oriente y Occidente pocas veces ha dado frutos tan dulces como Starfox, de cuya aparición en SNES se cumplen justo ahora veinticinc­o años. Nintendo tuvo que rebautizar el cartucho como Starwing en el viejo continente, ya que el título original estaba registrado en Europa por otra compañía. Una simple anécdota dentro del legado de un juego sencillame­nte increíble, que ensanchó los límites técnicos de SNES gracias a la incorporac­ión del chip Super FX, una creación de los ingleses Argonaut Games. La empresa de Jez San, el padre de Starglider, ya había colaborado en 1992 con Nintendo para producir el portentoso X para Game Boy, un sorprenden­te shooter 3D inédito fuera de Japón. Star Fox unió a los mejores talentos de Argonaut con los de la compañía japonesa. Dylan Cuthbert (el posterior fundador de Q-games), Giles Goddard y Krister Wombell se encargaron de programar el juego, bajo la dirección de Katsuya Eguchi y la supervisió­n de Shigeru Miyamoto y el mismísimo Hiroshi Yamauchi, el presidente de Nintendo, que ejercieron de productor y productor ejecutivo, respectiva­mente.

Una genuina ópera espacial

La probada experienci­a de Argonaut Games en el campo de los entornos poligonale­s se fusionó a las mil maravillas con "el toque Nintendo", empezando por el diseño de los personajes, que no habrían desentonad­o en algunas de las se- ries protagoniz­adas por marionetas de Gerry Anderson ("Thunderbir­ds", "El Capitán Escarlata"). En el juego, encarnábam­os al zorro Fox Mccloud, el líder del escuadrón Star Fox, que también incluía al halcón Falco Lombardi, el conejo Peppy Hare y el sapo Slippy Toad. A través de tres tipos de cámaras distintas (una en primera persona y dos exteriores), debíamos pilotar el Arwing de Fox frente a las fuerzas del malvado Andross, a lo largo del Sistema Lylat. Para llegar a nuestro objetivo final, el planeta Venom, podíamos elegir al principio entre tres rutas, cada una con sus propios niveles. De esta manera, Nintendo dotó al cartucho de una notable rejugabili­dad, un aspecto que también se benefició de la interacció­n con el resto del escuadrón Star Fox. En el fragor del combate, nuestros camaradas nos pedían ayuda si eran perseguido­s, e incluso nos echaban la bronca si acaparábam­os todas las naves enemigas. Y cada uno reaccionab­a de una manera diferente, acorde a su personalid­ad. Falco, por ejemplo, era un chulo de mucho cuidado.

Un espectácul­o de primera

Puede que sus polígonos se hayan quedado muy anticuados, pero Starfox sigue dando toda una lección en cuanto a diseño y ambientaci­ón. La música de Hajime Hirasawa y los efectos de sonido de Koji Kondo (sí, padre musical de los Zelda) envuelven al juego en una atmósfera trepidante que hace que, a los dos minutos de partida, olvides los

star fox SIGUE DANDO TODA UNA lección EN DISEÑO y AMBIENTACI­ÓN

avances actuales en el campo de las 3D para volver mágicament­e hasta 1993, cuando un puñado de polígonos nos impresiona­ban más que los complejos entornos hiperreali­stas a los que las últimas generacion­es de consolas nos han acostumbra­do. Al fin y al cabo, todo se reduce a la jugabilida­d, algo en lo que Nintendo siempre ha demostrado su maestría. Veinticinc­o años después, Starfox sigue siendo tremendame­nte divertido. No te extrañes si, tras jugarlo de nuevo, te animas a desempolva­r el resto de entregas para los sucesivos sistemas Nintendo. ¿Quién se atreve a volver a surcar el Sistema Lylat?

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