God of War
Seremos los dioses que elijamos Ser
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Kratos ha tardado cinco años en cubrir el trayecto que separa Grecia de Escandinavia, pero la espera ha merecido la pena. Ya no es el dios de la guerra que tomó el Olimpo, sino otro que ha envejecido con una dignidad admirable y al que ya le han puesto la cruz en el Valhalla.
Tras los síntomas de agotamiento que mostró Godofwarascension en 2013, Santa Monica Studio decidió tomarse su tiempo para reinventar la saga y hacerla debutar en PS4. Así, se decidió repescar a Cory Barlog, que había dirigido la segunda entrega (para muchos, la mejor de la serie) antes de abandonar el equipo, para que liderara el proyecto. El resultado es un juego de autor, influido por su paternidad y por su atrevimiento cinematográfico, que rompe con las convenciones pasadas para apostar por una fórmula fresca y radicalmente distinta. Como con Residentevil7, aplaudimos que haya estudios que no teman al cambio y se reseteen. Sony Santa Monica ha elegido ser un dios, y no un miedoso mortal.
El Fantasma de Escandinavia
Este Godofwar "a secas" es una secuela, pero está pensado como un nuevo punto de partida. Así, la mitología helena cede el testigo a la nórdica y Kratos cuenta ahora con un compañe- ro, su hijo Atreus. Ambas premisas están francamente bien aprovechadas.
El juego se ambienta en su mayor parte en Midgard, pero también visitamos otros reinos, hasta un total de seis, mucho antes de la era vikinga. Es una delicia ver cómo se ha aprovechado toda la iconografía (dioses, criaturas, enclaves, historias, objetos), de la que se cuentan muchos detalles en el propio desarrollo y en las anotaciones que hace Atreus en su diario del menú. Eso sí, sin entrar en destripes, os quedaréis con ganas de ver más, pues el potencial para secuelas es inequívoco.
En cuanto al argumento y la narrativa, se ha dado un gran paso adelan-