Lo mejor
las órdenes y nos aprovechamos de la pantalla táctil de la consola para realizar ciertas acciones, como mover las medallas yo-kai por el tablero para cambiar de formación, coger consumibles y potenciadores que aparecen en mitad del combate, quitar estados alterados con minijuegos o utilizar los ataques especiales del animáximun. Excepto algunos combates concretos, la dificultad es asequible (el juego está enfocado a los más pequeños). Para añadir variedad, tenemos un modo de juego en el que nos persiguen zombis y manejamos a Nate, que reparte golpes con un martillo en tiempo real. También vuelven las mazmorras generadas de forma aleatoria, en las que controlamos a cuatro yo-kai, algo que bebe, directamente, de Blasters. Y es que esta tercera entrega es una celebración de la saga. Level-5 ha volcado toda su experiencia con estas criaturas para que el desarrollo de la aventura, salpicado por los combates por turnos, las pesadillas de Nathan y las mazmorras, sea lo más variado posible. Y eso por no hablar del competitivo, un modo que va aparte y en el que podemos enfrentarnos a otros jugadores vía online.
Despedida a lo grande
Nos encontramos ante un juego muy pulido técnicamente, que aprovecha el hardware de 3DS para mostrar unos escenarios variados y cargados de detalle. El efecto tridimensional está muy conseguido y la ambientación, además, es fantástica. La guinda la ponen una banda sonora muy simpática y unas voces en castellano con un nivel espectacular, tanto por la calidad de la interpretación (excepto la canción del opening) como por la localización. ¿Lo peor? Nos deja con muchísimas ganas de ver la entrega de Switch.