¿Por qué lo recordamos?
Seguro que a algún fan del cine de serie B le hizo gracia, pero, como videojuego auspiciado por una gran empresa como Microsoft, era una broma de mal gusto. Más allá de su absurdez argumental, apoyada en escenas de imagen real, era un arcade flojísimo, en el que pilotar era lo de menos y repartir tortas tampoco sabía demasiado bien.