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El primer DLC de la fantástica aventura de Ubisoft nos plantea una serie de pruebas para entrar en el panteón de los dioses, en un nuevo escenario, con nuevos puzles y equipo extra para Fenyx. Podemos comenzar a jugar a partir de una partida guardada o iniciar una nueva con un Fenyx preparado para la ocasión (con una nueva armadura, monturas y un set de armas). Eso sí, si no hemos terminado la historia, puede que, en los primeros minutos, nos comamos unos cuantos "spoilers".
Esta vez, abandonamos Isla Aúrea y nos trasladamos al Olimpo, donde los escenarios naturales dan paso a un mapa más pequeño, con construcciones recargadas, que no aparece plagado de objetos secretos o enemigos. La mayoría de sus paredes no son escalables y no podemos usar pociones. Hermes nos explica que, si queremos conseguir un puesto junto a los dioses, debemos cumplir una serie de trabajos para Afrodita, Hefesto, Ares y Atenea.
La mecánica es visitar a un dios, desbloquear una serie de pruebas (tipo los desafíos del Tártaro) e ir consiguiendo sus bendiciones. Las habilidades que ganamos en la casa de un dios nos permiten acceder a las pruebas de otro, y es imposible completar las pruebas seguidas. Ese componente de "backtracking" sustituye a los paseos por el mapa, aunque se queda corto. Por el contrario, las pruebas son de una dificultad épica, pero no frustrante, y combinan un montón de mecánicas que se suman a las clásicas, como bloques que tienen propiedades magnéticas y eléctricas. Lo malo es que, aunque puede durarnos unas ocho horas, se vuelve algo repetitivo.
VALORACIÓN: Un buen epílogo de la historia, que puede presumir de tener los mejores puzles del género y un diseño de niveles muy ingenioso. Ojalá que el resto de DLC previstos para este año estén al mismo nivel.