mis portadas favoritas
Seleccionar una portada entre casi 400, nada menos… Esto es casi como elegir un solo momento de tu vida. Una tarea imposible, porque serás injusto con infinidad de momentos.
Y os aseguro que así es. Porque, si me pongo a revisar todas, recordaría infinidad de detalles de la elaboración de cada una, las imágenes descartadas, las vueltas que le dimos a cada titular, a los colores... La portada supone la culminación del trabajo de un mes, y es la cara de la revista, la que vais a ver en el kiosco. La que os va a seducir… o no. Un momento crucial. Y también apasionante.
Quizá por eso, me quedo con una que tuvo un significado especial para mí. Hacía pocos años que Axel Springer había comprado Hobby Press. Y, por fin, tras ocho años, fui nombrado director de la revista en 2001. Por entonces, llegó un director general, Carlos Pérez, muy exigente y con una gran experiencia editorial. Y nos “invitó” a hacer un cambio radical en el diseño de la revista: a hacerla más adulta y sofisticada, a dotarla de más personalidad. Hasta entonces, los cambios de diseño habían sido más espontáneos, menos exhaustivos. Esa vez, seguimos un proceso muy metódico, repleto de pruebas y aprobaciones, con eternos debates para cada detalle, desde el tipo y el tamaño de letra hasta el color de cada sección. Fue un trabajo de meses, extenuante, pero del que me llevé un gran aprendizaje. El resultado fue esta espectacular portada de Spider-man (mi personaje de cómic favorito), junto a un diseño que duró 107 números, casi nueve años, hasta que, en 2011, con motivo del 20º aniversario, realizamos el siguiente cambio. En otras palabras, prácticamente toda mi etapa como director de la revista (en 2012, me nombraron director del área de videojuegos y, en 2013, director general de la compañía).
Aquellas semanas de 2002 me hicieron crecer exponencialmente como profesional, y aquel director general nos hizo interiorizar que el nivel de exigencia debe ser siempre máximo, y que las cosas bien hechas requieren trabajo, talento y compromiso sin límite. Eso me ha valido para el resto de mi vida profesional. Por cierto, él quedó encantado con el resultado. Lo cortés no quita lo valiente.