Puntuar videojuegos, una absurda trivialidad
Este mes, me ha tocado analizar en la revista Astérix&obélix: Slapthemall!, un juego al que le tenía muchas ganas y que ha resultado ser una medianía. Lo que debía explicar en el texto lo tenía más que claro, pero, una vez más, me topé de bruces con la absurdez de ese género periodístico tan sui géneris que es el análisis de videojuegos, históricamente asociado a un fatídico número que resume y simplifica si un producto es bueno o no. Aún rezo para que, algún día, dejemos de hablar de "análisis" o "reviews" para empezar a hablar de "críticas" y, sobre todo, para que no haya que cuantificar un producto cuya calidad puede ser percibida de forma muy diferente por cada persona, según lo que le guste un género, su bagaje vital o su circunstancia personal. En el caso de Slapthemall!, lo digo, especialmente, porque hay varios factores que influyen sobremanera en la percepción.
El elemento más obvio es el hecho de que seas fan o no de los irreductibles galos que engendraron Uderzo y Goscinny. Si te bebías los cómics y las películas de dibujos como si fueran la poción mágica de Panorámix, entonces los gráficos te parecerán una maravilla. Si no lo eres, te serán indiferentes. ¿Cuántos puntos vale, entonces, ese apartado visual?
El segundo factor que hay que poner en la balanza es si la persona es fan del beat'em up y si tiene mucha experiencia con él. Si lo es y lo gozaba ya en los salones recreativos, percibirá que la jugabilidad es limitada. Si no sabe ni qué significa "yo contra el barrio" o "brawler", puede suceder que ignore por completo el juego o que, si decide darle una oportunidad, no tenga otras referencias con las que hacer un juicio muy fundamentado sobre su calidad. Quizá le encante porque no sepa que hay juegos como Streetsofrage4, cuyo concepto de retro moderno es muy similar, que le dan sopas con honda. ¿Cuántos puntos vale el hecho puramente subjetivo de que a alguien le guste o no un género? ¿Y el de que haya otra saga que sea más puntera?
Y falta un factor que es clave en este caso. Si el juego ha salido este mes, es para aprovechar el filón de las Navidades, cuyos grandes protagonistas son los niños. A mí, que soy del año de la picor, el juego me ha decepcionado por su falta de profundidad y por lo facilón que es, pero, precisamente, esos aspectos quizá sean maná para un niño de siete años que se esté iniciando en el mundillo y aún no controle más allá del aporreo de botones. O para que juegue con sus padres. ¿Acaso se puede dar una nota para los adultos y otra para los niños? Al fin y al cabo, los videojuegos empezaron siendo una adaptación audiovisual de los juguetes de toda la vida y, de hecho, lo que seguimos buscando en ellos es diversión interactiva. ¿Se pone alguien a pensar qué nota dar al Trivial, el Monopoly, el Scattergories o el Piloto Pirueta?
Los videojuegos empezaron siendo una adaptación de los juguetes de toda la vida: ¿se pone alguien a pensar qué nota dar al Trivial?