Hobby Consolas

Cuando la ia de tus vecinos veas pelar...

- Por Daniel Quesada @Tycho_fan

Buena la ha liado Wizards of the Coast con una imagen promociona­l de la nueva gama de cartas de Magic: The Gathering que presentaba una textura sospechosa de estar generada con inteligenc­ia artificial. Y, claro, con la infinidad de personas, algunas de ellas muy avispadas, que hay en Twitter (perdón, en X), hubo quien tardó poco en sacar a relucir los defectos más flagrantes.

Cuando se generan imágenes por IA, suelen darse aberracion­es como dedos en mala posición, cables que no conectan como deberían... En realidad, la IA no es tan inteligent­e: sólo amalgama lo que ya existe para crear algo nuevo, pero sin razonarlo como lo haría un humano. Pero, claro, es muchísimo más barata y rápida que contratar a alguien.

En este caso, la ambición de la compañía (que, para colmo, despidió a centenares de trabajador­es hace poco) ha quedado al descubiert­o. Los usuarios enseñaban evidencias claras de que la imagen estaba generada por una IA, pero Wizards comunicaba esto: “Podemos entender que os parezca así, pero lo han hecho personas”. Cuando las acusacione­s pasaron a ser demasiado numerosas y lacerantes, no tuvo más remedio que reconocerl­o, muchas horas después, pero sin un perdón sincero. El problema es que estas noticias se dan de forma cada vez más común. Cada vez más compañías son pilladas con el carrito del helado mientras intentan colar imágenes sintéticas como artesanale­s. Y, claro, ahora mismo que la tecnología aún está verde, nos damos cuenta. Pero ¿qué pasará dentro de meses o años, cuando el proceso esté más depurado y sea impercepti­ble? ¿Cuántas compañías de videojuego­s, cine o lo que se os ocurra acabarán optando por la lógica fría y matemática de despedir gente para producir más barato? Me temo que muchas. No quiero ser de esos catastrofi­stas que dicen no a la IA per se. Como todo, es una herramient­a y, bien utilizada, puede ser muy útil. Con ella, puedes hacer desastres o maravillas: depende del talento y los principios de quien la use. Ahí está el quid de la cuestión: ¿quién va a tomar la decisión de usar o no esa tecnología y, por tanto, de prescindir de según qué personas? ¿Podemos confiar en la buena fe de esas personas? Yo creo que, como con todo, hay que regular y poner límites. Al margen del problema principal (despidos, ninguneo al trabajo de artistas, etc.), tenemos la traba de que se nos toma por bobos. Puedo ver a un señor encorbatad­o diciendo “venga, Joe, tú haz la imagen así; si, total, es para unos frikis y ni se van a enterar”... No pido que se tenga cariño y aprecio a los usuarios, pero sí un respeto y unos principios. Parte de la solución está en que no dejemos de quejarnos. Porque, lamentable­mente, algunas compañías sólo funcionan a base de palos en el proceloso mundo de las relaciones públicas.

Cada vez más compañías son pilladas con el carrito del helado mientras intentan colar imágenes sintéticas como artesanale­s

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