UN NINJA ABUSADOR
Ryu Hayabusa ya había dado espadazos y saltos en los 80 y los 90, pero, tras un periodo sabático, Tecmo decidió poner a su ninja estrella a aprender las duras enseñanzas de Team Ninja El trabajo de Team Ninja con la saga Dead or Alive impresionó tanto a Tecmo que la compañía le encomendó dar una nueva vida a Ninja Gaiden, una saga que la propia editora había desarrollado entre finales de los 80 y principios de los 90, tanto en los salones recreativos como en consolas (NES, especialmente), y que fue capaz de competir con otros tótems ninja, como Shinobi o Strider. Aquella licencia llevaba aparcada desde 1995, cuando SNES recibió Ninja Gaiden Trilogy.
Entrados en el siglo XXI, ya no se llevaba tanto la fórmula de las plataformas bidimensionales de los 8 y los 16 bits. Lo que se puso de moda en esos años de los 128 bits fue el hack and slash que Capcom había patentado con Devil May Cry, así que Team Ninja, con Tomonobu Itagaki manejando la katana una vez más, optó por seguir esa senda. El resultado fue Ninja Gaiden, un juego que mantenía la denominación original y al ninja Ryu Hayabusa como protagonista, pero con una nueva fórmula de combos adosada a unos gráficos tridimensionales que exprimían toda la potencia de la primera Xbox. En ese sentido, Tecmo mantenía una gran relación con Microsoft en aquellos años, así que, al igual que había sucedido con Dead or Alive 3, el juego fue exclusivo de Xbox, algo que se repetiría con la secuela, que debutó en 360. No obstante, ambos juegos tendrían varias revisiones, bajo los subtítulos de Black y Sigma, y, con el tiempo, acabarían llegando a otros sistemas. Incluso hubo tiempo para lanzar una entrega para DS. No obstante, tras la marcha de Itagaki de Team Ninja, la saga decayó y la tercera parte no fue ya lo mismo. De hecho, el estudio ni siquiera estuvo involucrado en el posterior y romo spin-off de zombis y estética animada que fue Yaiba: Ninja Gaiden Z.