Activa el cuerpo y mejora la mente.
Cambiemos la operación bikini por la operación cerebro: el ejercicio físico es mucho -¡muchísimo!más que la forma de mantener los kilos a raya o modelar la silueta. Además de mejorar la fuerza, movilidad, flexibilidad y salud cardiovascular, ¡nos hace más listos! Para pensar mejor, no hay mejor receta que moverse de forma constante y regular.
Crucigramas. Leer. Jugar a las cartas. Son los ejercicios que se recomiendan de forma constante para mantener la agilidad mental, pero… ¿y si la solución para conservar un cerebro joven tuviera un carácter mucho más físico? Literalmente. El ejercicio físico –especialmente, una combinación de actividad aeróbica y trabajo de fuerza– genera nuevas conexiones neuronales, mejora los procesos cognitivos, incluso a edades muy avanzadas, y hasta puede retrasar la aparición de demencia senil y de Alzheimer precoz. Las evidencias de la gran verdad que hay tras el lema mens sana in corpore sano son cada vez mayores.
BENEFICIOS SEGUROS
Hubo un tiempo, no muy lejano, en que se pensaba que el número de células del cerebro estaba fijado desde la niñez. Afortunadamente, ahora se sabe que no es así. Mediante los estímulos adecuados, se puede producir la neurogénesis o creación de nuevas neuronas, que atenúa y compensa los efectos de la neurodegeneración asociada al envejecimiento. Uno de los caminos más adecuados para conseguirlo es el ejercicio, capaz de generar neuronas en el hipocampo, la zona del cerebro donde se consolida la memoria y se desarrolla el aprendizaje y la navegación espacial. Estudios realizados han demostrado que el ejercicio no solo aumenta la proliferación de las neuronas, sino que mejoraba su tasa de supervivencia y su progresión, e incluso incrementa el tamaño del hipocampo. Todavía no se sabe muy bien cuál es el proceso biológico subyacente, pero hay evidencias que apuntan al papel fundamental de las neurotrofinas, cuya síntesis aumenta con el ejercicio y que tienen un rol fundamental a la hora de mejorar la memoria espacial y verbal y contrarrestar los efectos del estrés crónico. Estos beneficios suceden a todas las edades: en la madurez, ayudan a prevenir o retrasar el deterioro cognitivo, y en la niñez y adolescencia, mejoran las habilidades motoras, la capacidad de atención, la rapidez en el procesamiento de la información y la memoria.
EN LA VARIEDAD ESTÁ LA EFICACIA
¿Cuál es el mejor tipo de ejercicio para el cerebro? ¡El más variado! Una rutina compuesta por diferentes patrones de actividad física es mejor que, por ejemplo, hacer solo spinning o caminar. La frecuencia ideal es hacer 150 minutos de actividad moderada (caminar a buen paso, bicicleta, etc.) y dos sesiones de ejercicio de fuerza por semana. Cuanto más variado sea el tipo de ejercicio, mejor, pues también estaremos estimulando los procesos cognitivos. Aquellos que, además, potencien la coordinación corporal y espacial, como coreografías de baile, son, además, especialmente enriquecedores. Y no hace falta ser deportista olímpico para disfrutar de estos beneficios. Estudios realizados con ratones demostraron que la forma de actividad más favorable para estimular el hipocampo es el ejercicio moderado y, sobre todo, constante. Cuanto más frecuente y regular sea la práctica, mejor para el cerebro. Por el contrario, el ejercicio muy intenso puede generar más radicales libres de los que nuestro sistema antioxidante puede gestionar, mientras que niveles más moderados lo estimulan.
ARMA ANTIESTRÉS
Sabemos que el estrés afecta negativamente a todo nuestro organismo. Desde el punto de vista físico, genera inflamación crónica que afecta a todo el cuerpo, eleva la tensión arterial, aumenta el riesgo de infarto, debilita el sistema inmunológico y empeora la calidad del sueño. Mentalmente, reduce la capacidad de concentración, provoca irritabilidad, dispara la ansiedad y es un factor de riesgo para sufrir depresión. El ejercicio es, junto a la meditación, una de las mejores herramientas para gestionarlo y controlarlo. Gracias a su capacidad para generar endorfinas y ayudar a liberar la tensión física que produce el estrés, se convierte en el método más natural y sano para reducir notablemente esos niveles de ansiedad constante. ¿Un beneficio extra? Si nos cansamos, dormimos mejor, siempre y cuando el ejercicio se haga al menos dos horas antes de ir a la cama.
EL EJERCICIO TIENE EFECTOS TAN REALES COMO POSITIVOS EN EL CEREBRO: MEJORA LA MEMORIA, LA FUNCIÓN COGNITIVA, EL ESTADO DE ÁNIMO Y LA CAPACIDAD DE APRENDIZAJE