LA LECHE, A EXAMEN
‘Si no tomas leche, no crecerás’ fue el grito de guerra de nuestras abuelas. Hoy en día, sin embargo, las intolerancias -y, de su mano, la controversia- parecen haberse adueñado del hasta hace poco feliz reinado lácteo. ¿Qué hay de cierto en todo esto y qué hay de bueno en la leche? Sigue leyendo.
La leche es uno de los alimentos más controvertidos en la actualidad. En Occidente es considerado un “alimento básico” de la gastronomía y está recomendado, incluso, en asuntos vinculados a la salud. En otros continentes como Asia, por el contrario, el 90% de su población es intolerante, por lo que no se consume y tampoco supone problema alguno para su salud ósea. Por otro lado, muchos consideran que es antinatural consumir leche de otro mamífero e incluso es perjudicial. De todo lo dicho, ¿con qué conclusión nos quedamos?
No podemos negar que la leche es un alimento rico en nutrientes, que aporta calcio y otros minerales como el fósforo y el magnesio, y es fuente de proteínas, grasas y vitaminas liposolubles como la vitamina A y la vitamina D. Ahora bien, incorporar leche de otro animal es algo relativamente nuevo en nuestra evolución y gran parte de la población mundial no está adaptada a su consumo. Se estima que el 60% de la población mundial es intolerante a la lactosa.
La mala tolerancia a la leche no se asocia solo a la intolerancia a la lactosa, la leche de vaca contiene tres veces más proteínas que la leche materna, además de ser proteínas distintas: la mayoría de las vacas producen betacaseína A1, asociada a marcadores de inflamación en humanos. Mientras que la leche materna contiene otro tipo de proteínas llamadas betacaseína A2.
La betacaseína A1 se descompone en un compuesto llamado beta-casomorfina 7 con efectos inflamatorios y también es capaz de unirse a receptores opioides del sistema nervioso central. Es especialmente problemática en personas con una mala salud digestiva y con un exceso de permeabilidad intestinal por la mayor absorción de estos compuestos. En conclusión, la mala tolerancia a la leche no solo es debido a la lactosa, a menudo tiene que ver también con la proteína láctea, por lo que se recomienda evitar en enfermedades con base inflamatoria, autoinmunes y problemas digestivos.
Las bebidas vegetales son alimentos completamente distintos a la leche, no se pueden comparar nutricionalmente porque son “licuados de cereales o frutos secos” y no contienen las mismas proteínas, grasas ni micronutrientes.
“Yogur, KÉFIR y queso se toleran mejor que la LECHE. La fermentación reduce su cantidad de LACTOSA, contienen enzimas y fermentos VIVOS que favorecen la DIGESTIÓN y tienen efectos PROBIÓTICOS”
Ahora bien, si buscamos alternativas sin azúcar y mínimamente procesadas o incluso los hacemos en casa, simplemente hirviendo la almendra, sacando el jugo al coco o licuando la avena… son una alternativa de bebida sana más que podemos incorporar en nuestra dieta.