ESTOY EMBARAZADA, ¿QUÉ VACUNAS DEBO PONERME?
Las vacunas son uno de los fundamentos de la prevención en la medicina moderna, siendo una de las bases más importantes sobre las que se asientan la salud, el bienestar y la calidad de vida de las sociedades más evolucionadas.
MADRES EMBARAZADAS
Las mujeres que en su infancia se sometieron a un correcto y completo calendario vacunal se encontrarán, en el momento del embarazo, con un nivel de inmunidad eficaz ante la mayoría de las enfermedades infecciosas epidémicas. Esta situación, que es la ideal, no siempre se presenta en todos los casos y, por ello, será vuestro ginecólogo quien deberá conocer vuestro estado inmune, antes o al comienzo del embarazo, para ponerlo en condiciones si la inmunidad no fuera completa.
SEROLOGÍA DE LA FUTURA MADRE
Antes de quedar embarazada o al comienzo del embarazo, es importante realizar un estudio analítico de sangre, en el que se incluirá el grupo sanguíneo, el factor Rh y la serología plasmática ante virus y bacterias. Dentro de estos últimos, la determinación serológica de los anticuerpos de la rubeola, la varicela, el citomegalovirus y la toxoplasmosis tienen más relevancia, pues son infecciones que, si se padecen a lo largo de la gestación, existe el riesgo de que afecten de forma grave al feto durante su desarrollo. Igualmente, si la madre es Rh negativo, es importante analizar la existencia de anticuerpos provocados por la incompatibilidad del factor Rh, para así prevenir y evitar la enfermedad hemolítica del recién nacido.
INCOMPATIBILIDAD RH
Cuando una madre es Rh negativo y tiene un feto Rh positivo, durante el embarazo puede desarrollar anticuerpos contra la sangre del feto y provocar una enfermedad conocida como anemia hemolítica del recién nacido. Para tratar esta patología se utiliza un método de inmunidad pasiva. No es exactamente una vacuna y consiste en la aplicación de inmunoglobulina AntiD, ya sea durante el primer embarazo, de forma preventiva, entre las semanas 28 y 34, o dentro de las 72 horas posteriores al parto para prevenir la aparición futura de anticuerpos anti-Rh, si el siguiente bebé fuese también Rh positivo.