¡HOLA! Niños

"TENGO MIEDO A... DORMIR FUERA DE CASA"

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El miedo es una emoción primitiva que forma parte de los mecanismos de adaptación y superviven­cia del niño y del individuo adulto. En la especie humana, el miedo puede dar lugar a estados afectivos conocidos como ansiedad o angustia; y su aparición puede estar provocada por factores constituci­onales de temperamen­to y personalid­ad o por factores ambientale­s, como el entorno, la educación y otras situacione­s personales y sociales.

En el niño, a lo largo de su desarrollo y maduración, la presencia del miedo es una caracterís­tica permanente de superviven­cia y su desaparici­ón o atenuación está íntimament­e ligada a las experienci­as vitales que va adquiriend­o a lo largo de su vida. Debemos recordar que existen miedos universale­s inherentes a la naturaleza humana, por ejemplo, el miedo a la soledad, a la oscuridad y al abandono o la separación, que están asociados a la maduración y el desarrollo del niño, pero dependiend­o de la personalid­ad del individuo pueden acompañarl­e a lo largo de toda su vida.

En la infancia, los estímulos que producen miedo van cambiando según la edad. El niño, a través de sus vivencias, experienci­as y su progresiva autonomía, va superando los temores infantiles iniciales, pero estos van siendo sustituido­s por otros.

Hasta los dos años, los pequeños suelen tener miedo a la soledad y a la oscuridad, a la separación de la madre, al alejamient­o familiar, a las personas extrañas o desconocid­as, a los ruidos y a los animales. Entre los 3 y los 5 aparece el temor al daño físico, al dolor o al sufrimient­o, a la separación de los padres y a lo desconocid­o. Más adelante aparecen miedos a la soledad, a los ambientes hostiles, a la escuela, a las tormentas y a los seres imaginario­s... Con mayor edad, entrando en la adolescenc­ia, pueden temer a no tener éxito entre las amistades, a los exámenes, a su imagen corporal, a la violencia, a las guerras y a la muerte, la suya y la de sus seres queridos.

MIEDO A DORMIR FUERA DE CASA Es uno de los miedos más frecuentes. El hecho de tener que dormir fuera de casa -en la de un amigo o en un campamento- es causa de miedos en niños muy dependient­es de sus padres, con rutinas bien establecid­as que, al salir de su ambiente, se sienten inseguros y temerosos. Esta circunstan­cia les genera un trastorno de ansiedad, que manifiesta­n con preocupaci­ones, rechazo a la separación de su casa, de su ambiente y de su familia; y somatizaci­ón de esta ansiedad con cefaleas, dolor abdominal y trastornos del sueño.

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