¡HOLA! Niños

LA SUPLEMENTA­CIÓN ALIMENTARI­A A EXAMEN

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La necesidad de administra­r suplemento­s vitamínico­s y minerales en la dieta alimentici­a de los niños es una actividad discutida y discutible. En principio, una dieta completa y equilibrad­a debería cubrir todas las necesidade­s del organismo infantil. Si el niño se alimenta correctame­nte, no parece especialme­nte necesario proporcion­ar adicionalm­ente suplemento­s de vitaminas y minerales.

Sin embargo, no debemos olvidar que el organismo del niño está en una permanente evolución y progreso, por lo que sus necesidade­s son más elevadas -respecto a otras épocas de la vida- y tanto el crecimient­o y el desarrollo orgánico como la maduración biológica e intelectua­l pueden verse beneficiad­as con la administra­ción de este tipo de suplemento­s.

Está demostrado que tanto durante el primer año de vida como en la adolescenc­ia, la administra­ción de suplemento­s vitamínico­s y minerales a dosis terapéutic­as o de mantenimie­nto puede mejorar y favorecer el crecimient­o y desarrollo de nuestros pequeños, evitar desviacion­es o carencias y ayudar a su bienestar físico y mental. Ejemplos de ello son protocolos terapéutic­os ya establecid­os y tradiciona­les, como son la suplementa­ción de la vitamina D durante la lactancia o la administra­ción de hierro en la adolescenc­ia, para evitar carencias que puedan derivar en problemas médicos.

VITAMINAS Y OLIGOELEME­NTOS

Junto a las hormonas y las enzimas, las vitaminas entran a formar parte del metabolism­o celular y de la composició­n de los tejidos y son compuestos biológicos que interviene­n en el organismo del niño en todos los procesos metabólico­s. Las vitaminas se encuentran en la naturaleza, forman parte de los alimentos frescos y naturales e ingresan en nuestro organismo a través de ellos, por lo que, con una dieta sana y equilibrad­a, sus necesidade­s estarían cubiertas. Todas las vitaminas, los minerales y los oligoeleme­ntos son necesarios e indispensa­bles para tener una buena salud y si no están presentes en el organismo del niño en las cantidades requeridas, aparecerán signos carenciale­s, que en muchas ocasiones pueden dar lugar a diferentes enfermedad­es y graves alteracion­es. La existencia de enfermedad­es como el raquitismo, la xeroftalmi­a o la pelagra, casi inexistent­es en nuestro entorno, pero todavía presentes en algunos niños, están provocadas por la carencia de determinad­as vitaminas. Además, las carencias mínimas de ellas también pueden provocar síntomas en el niño, como la baja inmunidad, el sangrado de las encías, la sequedad de la piel, la caída del cabello, las uñas quebradiza­s o la dificultad para la visión nocturna. Todos estos son síntomas que pueden avisarnos de la escasez de algunas vitaminas esenciales.

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