¡HOLA! Viajes

Planes en familia por la alta montaña LLEIDA Valle de Arán

- Texto: Paco Nadal

LA CARRETERA PRINCIPAL del valle de Arán, la C-28, que discurre paralela al río Garona y va enlazando todos sus pueblos, permite hacer una ruta lineal desde la frontera con Francia hasta el puerto de la Bonaigua. Durante siglos, la única vía de comunicaci­ón entre las localidade­s aranesas, antes de esta, era el Camino Real, del que se conservan muchos tramos. Hoy son una buena excusa para recorrer este entorno también a pie o en bicicleta.

Les, a 650 metros de altitud, es la primera localidad del Bajo Arán, el primer gran núcleo urbano tras la frontera francesa. Conserva restos de la torre del homenaje de un importante castillo que defendía la entrada al valle y unas famosas fuentes de aguas termales de propiedade­s saludables usadas desde época romana.

El siguiente pueblo es Bossòst, la tercera población en importanci­a de este territorio. Merece la pena cruzar el amplio puente sobre el río para visitar su casco histórico, con bellas casonas aranesas, el viejo lavadero y, muy en especial, la iglesia de la Purificaci­ón, construida en estilo románico en el siglo xii y uno de los principale­s monumentos del valle.

Llegando a Es Bòrdes, la carretera y el Camino Real empiezan a atravesar los densos bosques araneses, donde crecen hayas, robles y abetos que tejen un entramado verde de mil tonalidade­s. Son auténticas despensas naturales donde, según la época del año, los lugareños recolectan níscalos, ceps (boletus), setas, fresas, frambuesas, moras, arándanos… En Pònt d’Arròs empieza una pista asfaltada de doce kilómetros paralela al arroyo Varradòs que sube hasta el Saut deth Pish, la cascada más grande y emblemátic­a de Arán.

ES BÒRDES ES UN AUTÉNTICO pueblo aranés. Las normas urbanístic­as del valle obligan a construir con materiales autóctonos (piedra, pizarra y madera) y según los patrones de la arquitectu­ra tradiciona­l de la comarca. Por eso, los

Por cultura, arte y hasta lengua, el valle de Arán es el más peculiar del Pirineo catalán, razón de peso para planear una visita por sus pueblos y disfrutar del itinerario que marcan las trazas del antiguo Camino Real, ahora meca del senderismo de montaña. Por este recorrido asoman bosques frondosos, pueblos encantador­es y el hermoso románico aranés. pueblos del entorno son un ejemplo de armonía estética, y este, en concreto, es uno de los más genuinos, pues muchas de sus callejuela­s evocan escenas cotidianas de muchos siglos atrás. Desde él, una pista forestal asfaltada conocida como la ruta del Aneto sube hasta la Artiga de Lin, un interesant­e paraje natural a 1800 metros de altitud.

Tras Aubèrt, pequeña localidad de 150 habitantes famosa por su iglesia románica de San Martín, entramos en Vielha, la capital del valle de Arán. Una villa histórica construida en un ensanchami­ento del valle del Garona donde se concentra el 40% de la población y con una intensa actividad comercial y turística todo el año, ya sea en invierno por la nieve o en verano por el senderismo y el montañismo. Pese a su crecimient­o, aún conserva un casco antiguo de callejas sinuosas y casonas tradiciona­les con mucho encanto, en el que la iglesia de San Miguel, de un románico tardío, es su monumento más señalado y su campanario octogonal, emblema de la ciudad.

A PARTIR DE VIELHA, el desnivel empieza a crecer. Es el Alto Arán. La cercanía de la estación de esquí de Baqueira-Beret se siente y sus pueblos parecen dedicados por completo a los servicios que requiere la estación más grande y selecta de España. Algo que se aprecia, sobre todo, en Arties, posiblemen­te el pueblo más bonito de todo el valle. Su casco antiguo es un ejemplo perfecto de urbanismo aranés, con muchas casonas nobles –una de ellas, la de don Gaspar de Portolá, reconverti­da en Parador– y su arquitectu­ra religiosa, en especial la iglesia de Santa María y la de San Juan. Más allá todavía aguardan los pintoresco­s pueblos de Gessa, Salardú, Unha y Bagergue, que tiene el privilegio de ser el más alto de Arán.

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En cualquier época del año, pero especialme­nte en verano, el valle ofrece un amplísimo abanico de actividade­s de turismo activo. En la imagen, un grupo de ciclistas en las inmediacio­nes de Arties.
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