¡HOLA! Viajes

Cata de vino y arte por la campiña LA RIOJA De Haro a Agoncillo

- Texto: Andrés Campos

Dos museos de arte contemporá­neo y otro en el que el vino es el protagonis­ta sorprenden a quien viaja desde la capital del buen Rioja, Haro, hasta Logroño. Sobre un cerro, dorado por miles de atardecere­s, se yergue Briones. A pocos kilómetros se levanta el castillo de Davalillo, que semeja un barco fantasma en medio de un mar de viñedos.

LAS DOS CAPITALES riojanas: la del vino, Haro, y la de la región, Logroño. Y por el camino, dos museos que podrían formar parte del paseo del arte más ilustre: el del Torreón, en Haro, y el de la Cultura del Vino, en Briones. Otro, el de Würth, unos kilómetros más allá, en Agoncillo. Si a esto se añade un pueblo tan bonito como Briones y la magnífica panorámica que se domina desde el castillo de Davalillo, en San Asensio (otra capital: la del clarete), el resultado es una apetecible ruta, que combina arte con buen vino y hermosos lugares.

Comenzamos nuestro itinerario en Haro, el lugar con el mayor cúmulo de bodegas centenaria­s del mundo. Y también la capital del arte contemporá­neo riojano, que es lo que se exhibe en el Museo del Torreón. La torre de los Presos, el único resto de las murallas medievales de la localidad, alberga desde 2007 la sección de arte contemporá­neo del Museo de La Rioja. Con ser un edificio antiquísim­o, del siglo XIII, aquí los bustos y los lienzos de Miguel Ángel Sainz, Vicente Gallego, Vicente Ochoa y Alejandro Rubio Dalmati se disfrutan mejor que mezclados con las puntas de flecha, las fíbulas, las cerámicas de terra sigillata, las tablas de San Millán y el retablo mayor de Torremuña, en la sede principal del museo en Logroño.

Lo antiguo y lo moderno maridan a la perfección en el barrio de la Estación de Haro, que se llenó de bodegas gracias a la llegada del ferrocarri­l, en la segunda mitad del siglo XIX. Solo hay que ver el singular pabellón que Zaha Hadid, premio Pritzker de arquitectu­ra, diseñó para las bodegas López de Heredia; tiene forma de decantador (la frasca, lo llaman) y engloba el quiosco modernista que representó a la empresa en la Exposición Universal de Bruselas de 1913.

A CIEN METROS DE LA ANTERIOR, Bodegas Roda también ha contado con el estudio del arquitecto Pere Llimona para dar un toque de modernidad a sus instalacio­nes. Pero, más allá del barrio de la Estación, hay muchas otras

que también ofrecen visitas turísticas en la ciudad: Ramón Bilbao, Martínez Lacuesta...

Otro lugar donde se combinan los odres viejos y los nuevos es en Bodegas Vivanco, en Briones. Impresiona su sala octogonal de barricas. Y deja sin palabras su Museo de la Cultura del Vino, que atesora, en sus 4000 metros cuadrados de superficie, desde mosaicos romanos hasta obras de Joan Miró y Pablo Picasso y dibujos originales de Walt Disney, todo relacionad­o con el mundo de Baco.

El propio Briones es una obra de arte. Encaramado en un cerro a ocho kilómetros de Haro y rodeado de viñedos, el pueblo conserva su trazado medieval, parte de sus murallas y un buen puñado de nobles casonas, todo de piedra de sillería caliza. A seis kilómetros de Briones nos detendremo­s en el castillo de Davalillo, en San Asensio, para contemplar la majestuosa curva que describe el Ebro y los viñedos que se extienden por el norte hasta la sierra de Cantabria y por el sur hasta donde alcanza la vista.

SIGUIENDO LA CARRETERA NACIONAL, el viaje continúa por Cenicero, Fuenmayor, Navarrete –donde conocer alguna de sus once alfarerías– y la capital riojana, para visitar alguna de las ocho bodegas que conforman la asociación Bodegas de Logroño, con diferentes propuestas enoturísti­cas.

El aeropuerto de Logroño-Agoncillo es muy curioso de ver, similar por fuera a una bodega, con cinco barricas gigantesca­s asomando por encima del tejado. Pero más sorprenden­te aún es el Museo Würth, en el polígono industrial El Sequero de Agoncillo, pues en este pequeño Guggenheim creado por la multinacio­nal alemana de la construcci­ón se exponen algunas de las 16.000 obras de Picasso, Munch, Magritte, Warhol, Moore, Chillida, Botero o Barceló que el empresario, coleccioni­sta y mecenas Reinhold Würth ha conseguido vendiendo durante 67 años pegamentos y tornillos.

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 ??  ?? El Museo Würth guarda una de las coleccione­s privadas de arte contemporá­neo más relevantes de Europa. A la izquierda, sala de barricas de la bodega López de Heredia, en el barrio de la Estación de Haro.
El Museo Würth guarda una de las coleccione­s privadas de arte contemporá­neo más relevantes de Europa. A la izquierda, sala de barricas de la bodega López de Heredia, en el barrio de la Estación de Haro.
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 ??  ?? En otoño, el color de los viñedos que la rodean embellece aún más la villa medieval de Briones. En ella se encuentra el Museo de la Cultura del Vino de las Bodegas Vivanco (abajo), que cuenta con salas de exposición y un Jardín de Baco con más de 220 variedades de vides de todo el mundo. Ha sido elegido, por segundo año consecutiv­o, como una de las 50 experienci­as enológicas más asombrosas del mundo en la clasificac­ión del World’s Best Vineyards 2020.
En otoño, el color de los viñedos que la rodean embellece aún más la villa medieval de Briones. En ella se encuentra el Museo de la Cultura del Vino de las Bodegas Vivanco (abajo), que cuenta con salas de exposición y un Jardín de Baco con más de 220 variedades de vides de todo el mundo. Ha sido elegido, por segundo año consecutiv­o, como una de las 50 experienci­as enológicas más asombrosas del mundo en la clasificac­ión del World’s Best Vineyards 2020.
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