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Descubrir la esencia de Al-Ándalus GRANADA La Alpujarra

- Texto: Manuel Mateo Pérez

Esparcida por las faldas de Sierra Nevada, la Alpujarra es una de las comarcas más fascinante­s de España. Sus pueblos blancos, herederos de una de las arquitectu­ras más tradiciona­les, fueron construido­s sobre laderas imposibles y barrancos de aguas caudalosas por los últimos moriscos que habitaron la península ibérica. Pocos lugares en este país aglutinan con tanto atractivo naturaleza, patrimonio, paisaje y tradición popular.

LANJARÓN ES LA PUERTA de entrada a la Alpujarra de Granada. Su centro histórico es uno de los catálogos de arquitectu­ra burguesa más valiosos de toda Andalucía y tiene en sus aguas de propiedade­s mineromedi­cinales, que alimentan el romántico balneario, su mayor símbolo de identidad. Nueve kilómetros más allá, a orillas del río Guadalfeo, está Órgiva, la capital de la comarca, cuya iglesia barroca posee dos campanario­s gemelos visibles desde mucho antes de llegar a ella. De Órgiva parten dos caminos: uno conduce a la Alpujarra alta y otro a la baja. La primera es abrupta, bella y romántica. La segunda, rural y agrícola.

Tomamos el primero para adentrarno­s en esta comarca que, si por algo es singular, es por los pueblos blancos que se esconden entre los pliegues montañosos de la cara meridional de Sierra Nevada. El barranco del Poqueira acoge tres de los más conocidos, cuyos nombres de resonancia­s galaicas se deben a los cristianos que poblaron la zona tras la expulsión en el siglo xvi de los últimos moriscos. Pampaneira es el primero de ellos y tiene a su entrada unos azulejos artísticos donde está escrito: «Viajero, quédate a vivir con nosotros». Entran ganas de aceptar la hospitalar­ia invitación cuando se pasea por la plaza de la Libertad, con la iglesia de la Santa

Cruz a un lado, o por las serpentean­tes calles por donde discurren regatos de agua limpia.

Tras Bubión, donde la arquitectu­ra se singulariz­a y sus pequeñas plazas ofrecen miradores asomados al valle, alcanzamos el último pueblo del barranco: Capileira. Las carreteras que nacen de él y se adentran en la sierra conducen al interior del parque nacional y, tras largas caminatas, hasta los picos del Mulhacén y el Veleta, techos de la península ibérica. Capileira posee un aroma de autenticid­ad en su barrio bajo. Las casas están aterrazada­s y la cubierta de la primera sirve de asiento a la superior, mientras que los terraos (tejados) están cubiertos de launa, una pizarra oscura que soporta el peso de las cilíndrica­s chimeneas coronadas por dos lajas.

LOS CAMINOS QUE SE INTERNAN en el interior de la Alpujarra bordean la aspereza de las montañas. Hay bosques de castaños y moreras, mientras las aguas del río Guadalfeo descienden a los pies del valle sombreadas por chopos, alisos y adelfas. En el centro histórico de Pitres hay una iglesia de aliento mudéjar. Su campanario es como un faro en mitad del valle. Al lado se halla Pórtugos, que tiene en uno de los extremos de su encalado caserío un caño de agua con propiedade­s beneficios­as que recibe el nombre de Fuente Amarga. También la cal, las calles en cuesta, las plazas mínimas y los miradores caracteriz­an Busquístar.

EL ESCRITOR BRITÁNICO GERALD BRENAN popularizó la Alpujarra a mediados del siglo pasado en su libro Al sur de Granada. Él residió en Yegen, pero recorrió una y otra vez los pueblos de la comarca. Muchas veces subió hasta Trevélez, el pueblo más alto de España, a los pies del Mulhacén. Tiene tres barrios, pero es en el Alto en el que abren sus puertas secaderos de jamones donde se curan las carnes de los cerdos criados en las sierras de Lújar y la Contravies­a.

El camino que busca la Alpujarra almeriense deja a un lado otras localidade­s como Juviles, Bérchules o Mecina Bombarón. Las tres poseen iglesias mudéjares, plazas que miran al valle por donde corren las aguas del Guadalfeo y calles perfumadas de jazmines, buganvilla­s y madreselva­s. En Yegen y Válor los vecinos narran las historias de resistenci­a de los últimos moriscos, expulsados a mitad del siglo xvi. En Válor, además, recuerdan que la Alpujarra es una misma comarca en la que confluyen dos provincias, porque la que encontramo­s al este es la de Almería: otra realidad administra­tiva, pero una misma verdad geográfica y cultural.

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 ??  ?? Restos del castillo medieval de Lanjarón, sobre un promontori­o rocoso. A la izquierda, Capileira, con las mejores vistas del barranco del Poqueira.
Restos del castillo medieval de Lanjarón, sobre un promontori­o rocoso. A la izquierda, Capileira, con las mejores vistas del barranco del Poqueira.

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