¡HOLA! Viajes

Donde habita el alma nipona JAPÓN Kioto

- Texto: Noelia Ferreiro

La imagen arquetípic­a del Japón milenario se esconde en esa ciudad tocada por la tradición, las geishas y las casas de té que es Kioto. La que fuera sede del Imperio nipón entre los siglos VIII y XIX es la cuna de una cultura ancestral cuyos destellos resplandec­en entre jardines de guijarros, bosques de bambú y los más de dos mil templos y santuarios que la convierten en la capital espiritual.

Que las geishas no son un mito es algo que se aprende en Kioto cuando uno se pierde por el barrio de Gion. Basta con recorrer el mítico callejón de Hanamikoji para vislumbrar su silueta esquiva a la luz de los farolillos rojos. Aquí donde los ritos y ceremonias dan cuenta de una cultura milenaria, encontramo­s el Japón que todo el mundo identifica: el del orgulloso latido imperial en la que fuera la capital del país durante más de once siglos. Kioto es la ciudad de los quimonos y las casas de té, de los armoniosos jardines y las enseñanzas zen, de los destellos de una tradición ancestral que, como las geishas, se esconde detrás de los muros o las puertas de madera. La espiritual­idad que emana de sus más de dos mil templos y santuarios hacen de ella un manantial de sabiduría oriental, con 17 monumentos Patrimonio de la Humanidad.

Nadie que visite esta ciudad, emplazada a unos 500 kilómetros de Tokio, debería perderse el Pabellón Dorado o Kinkaku-ji, del siglo xix, pero reconstrui­do tras un incendio en 1950. Su idílica imagen sobre un lago, que devuelve los reflejos de oro, lo convierte en uno de los favoritos junto a Kiyomizu-dera, alzado sobre una estructura de madera que ejerce de mirador. Desde aquí se divisa la exuberante vegetación del recinto y la fuente de Otowano-taki, donde los viajeros beben agua sagrada para asegurarse la salud.

Más al norte, hacia el santuario Yasaka, aparece el Kioto más antiguo, el de los barrios de las machiyas, casas tradiciona­les de madera. Podemos dar un paseo antes de dirigirnos al complejo de Nanzen-ji, al que se accede por la majestuosa puerta de San-mon. Un lugar perfecto para explorar cada uno de los subtemplos y después abordar el Camino de la Filosofía (Tetsugaku no michi), la refrescant­e ruta de dos kilómetros que discurre paralela a un canal. En primavera, con los cerezos en flor, y en otoño, con los arces encendidos en rojo, es especialme­nte fotogénico.

OTRO PRODIGIO ARQUITECTÓ­NICO es el que encontramo­s en el templo To-ji, en el que se yergue la pagoda más alta de todo Japón y, probableme­nte, la más hermosa. En sus inmediacio­nes, los días 21 de cada mes, se organiza el mercadillo de Kobo-san, con un animado ambiente. Muy diferente al que se vive en el templo Ryoanji, donde se esconde el jardín zen más visitado de la ciudad. Con sus piedras, musgo y arena rastrillad­a, aquí lo que prima es el recogimien­to, la meditación y la búsqueda de la paz interior. Si lo que queremos es un recinto menos concurrido, lo suyo será ir a Sanjusange­n-do para descubrir su secreto: un largo pabellón de madera en el que pueden verse 1001 estatuas de una deidad budista talladas al detalle en hipnótica repetición.

EN KIOTO, EL MARATÓN DE TEMPLOS puede llegar a abrumar, por lo que conviene compensar con otros monumentos civiles. Por ejemplo, el Palacio Imperial, con unos jardines extraordin­arios, o el castillo de Nijo, en cuyos interiores, revestidos de tatamis y puertas de papel de arroz, destacan los «suelos del ruiseñor», así llamados porque, al pisarlos, producen un sonido similar a su canto.

Pero si hay un lugar que no se puede pasar por alto es el enigmático Fushimi Inari, emplazado a las afueras de la ciudad. Una sucesión de templos en zigzag que se extienden a lo largo de un sendero flanqueado de torii. Aunque pocos saben que su razón de ser es el culto a la prosperida­d, resulta imposible no contagiars­e de la magia de este túnel infinito que es como un pasadizo hacia ninguna parte.

 ??  ??
 ??  ?? Por este sendero flanqueado de torii (las puertas rojas que preceden la entrada de los santuarios sintoístas) se extienden en zigzag los templos del enigmático Fushimi Inari. A la izquierda, el Pabellón Dorado o Kinkaku-ji, sobre un lago.
Por este sendero flanqueado de torii (las puertas rojas que preceden la entrada de los santuarios sintoístas) se extienden en zigzag los templos del enigmático Fushimi Inari. A la izquierda, el Pabellón Dorado o Kinkaku-ji, sobre un lago.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain