¡HOLA! Viajes

Plató de cine a los pies de Guadarrama SEGOVIA Sotosalbos y las hoces del Duratón

- Texto: Javier Prieto Gallego

Este viaje discurre a través de uno de los paisajes de la Segovia más castiza: pueblos convertido­s en escenarios de rodaje, templos románicos, castillos, impresiona­ntes hoces y una lista casi infinita de figones en los que degustar el afamado lechazo. Y todo ello con el impresiona­nte telón de fondo de una sierra de altas cumbres y larga historia.

UNA LÁPIDA CON UNOS VERSOS grabados de El Libro del Buen Amor ante la iglesia de Sotosalbos sirve para recordar la especial vinculació­n de Juan Ruiz, poeta español del siglo xiv, conocido popularmen­te como el Arcipreste de Hita, con esta localidad –de la que se cree que llegó a ser párroco– y otros lugares de la sierra segoviana. También sirve para arrancar un viaje que discurre, entre lo literario, lo gastronómi­co y lo paisajísti­co, por algunos de los rincones más auténticos de la provincia, Sotosalbos entre ellos. Su iglesia, por ejemplo, es uno de los edificios románicos más antiguos. Desde luego, estampa tiene, y, en cualquier caso, basta echar un vistazo a la colección de capiteles que rematan las columnas de su atrio para no olvidarse de ella nunca más. También merece atención la visita a su interior, con un pequeño museo en el que se han reunido interesant­es piezas románicas de la zona.

Hace ya muchas décadas que los buscadores de escenarios de película descubrier­on en Pedraza un filón. La estampa de su plaza Mayor, a la que se abren recios soportales y grandes balconadas, vale igual para una cinta ambientada en la Edad Media que para un anuncio de la lotería de Navidad. Y no es el único rincón fotogénico del pueblo. El secreto está en el magnífico estado de conservaci­ón de su arquitectu­ra y en el esmero que le ponen sus vecinos. Es así como consiguier­on, en 1996, poner en marcha los Conciertos de las Velas que acabaron inscritos en el Libro Guinness de los Récords. Hoy son un acontecimi­ento ineludible cada verano, cuando el pueblo se ilumina con 26.000 velas. Durante un paseo por él también hay que descubrir la Cárcel de la Villa –museo y sede de la oficina de turismo-, el castillo que enamoró a Zuloaga o la Casa del Águila Imperial, en la antigua iglesia de San Miguel.

ANTES DE ALCANZAR PRÁDENA merece la pena tomar el desvío que acerca hasta Navafría. En cualquier época del año, los frondosos pinares que se extienden por esta zona del piedemonte serrano brindan la posibilida­d de mil y un paseos por sus caminos. Pero Navafría es famo

sa, sobre todo, por poseer uno de sus rincones más espectacul­ares y visitados, mucho más cuando aprieta el calor: el Chorro, un largo tobogán de aguas frescas en torno al que se localiza un área recreativa con piscinas naturales y otros servicios. También por haber conservado un martinete (o martillo pilón), ese ingenio hidráulico dedicado a batir el cobre.

Prádena, por su parte, de lo que presume es de una joya botánica también supervivie­nte de tiempos pasados. En este caso, un bosque de acebos hasta el que se llega sin problemas por un sendero señalizado a la entrada del pueblo. Su otro gran secreto se esconde bajo la tierra: la Cueva de los Enebralejo­s, una espectacul­ar cavidad cuya gran particular­idad, además de la belleza de sus formacione­s, es que sirvió como lugar de enterramie­nto y ofrendas para pobladores de hace 4000 años.

EL CAMINO HASTA SEPÚLVEDA pide una inevitable parada, al menos para hacer una foto, al llegar al cruce de la carretera que preside el majestuoso castillo de Castilnovo. El mirador de Zuloaga es otro alto inevitable. Y es que no puede haber mejor balcón para contemplar el laberinto de calles escalonada­s y el despuntar de iglesias en Sepúlveda. El detalle pormenoriz­ado de lo que puede hacerse en esta hermosa población encajada entre los ríos Duratón y Caslilla es prolijo, pero, baste como nota, que solo lo que se cocina en sus figones ya sirve de excusa para acudir a la villa. Las otras delicatess­en de su rico menú son acercarse a la ermita de Nuestra Señora de la Peña y asomarse a los balcones de su entorno, la iglesia de Santiago, el Museo de los Fueros o el recorrido senderista de los Dos Ríos.

De postre, no puede concebirse nada mejor que disfrutar de un hermoso atardecer en una de las curvas más enrevesada­s de cuantas dibuja el Duratón en Segovia: la que preside, en un paraje envuelto por la magia y el continuo vuelo de los buitres, la ermita de San Frutos, el rincón más visitado del Parque Natural de las Hoces del Duratón.

 ??  ??
 ??  ?? En un extremo de la villa de Pedraza se levanta el castillo en el que el pintor Ignacio Zuloaga tuvo su estudio. Hoy es propiedad de sus descendien­tes, que conservan algunas de sus obras, y está abierto a las visitas.
En un extremo de la villa de Pedraza se levanta el castillo en el que el pintor Ignacio Zuloaga tuvo su estudio. Hoy es propiedad de sus descendien­tes, que conservan algunas de sus obras, y está abierto a las visitas.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain