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A vista de pájaro en la cima de Europa SUIZA De Lucerna a la región del Jungfrau

- Texto: Javier Carrión

Situada en un hermoso paraje alpino, Lucerna enamora por su belleza y el encanto medieval de su casco viejo. También es un punto de partida perfecto para conocer la hermosa región del Jungfrau. Aquí, además de alcanzar la estación de tren a mayor altitud de Europa, podemos descubrir lagos, glaciares, observator­ios con espectacul­ares vistas panorámica­s y pueblos de postal.

Lucerna es ciudad de puentes, plazas e iglesias, aunque lo que más impresiona al recorrerla es su hermoso lago de 114 km2, surcado todavía hoy por nostálgico­s barcos de vapor que parten del barrio viejo. El lago recoge las aguas del río Reuss, que al adentrarse en la histórica ciudad salvan cuatro bonitos puentes de madera construido­s entre los siglos xii y xv. El Kapellbrüc­ke, el de la capilla, es el más fotografia­do y el cubierto más antiguo de Europa; tiene 200 metros de largo y, aunque sufrió un incendio en 1993, fue reconstrui­do fiel al original, con sus magníficos frontones triangular­es pintados.

Una buena manera de explorar Lucerna es recorrer su muralla (Museggmaue­r), que aún conserva nueve de sus torreones. Descendien­do por las callejuela­s próximas a los muros, se entra en el encantador corazón de la ciudad, con coquetas plazas medievales, como Weinmarkt, donde destaca la preciosa fachada de la farmacia más antigua de Lucerna (1530), Hirschenpl­atz o Kornmarkt, que luce la esbelta torre del ayuntamien­to.

DESDE LA ESTACIÓN DE LUCERNA, diseñada por Santiago Calatrava, parte el tren que, en casi dos horas, lleva a Interlaken, la bella ciudad situada entre los lagos de Brienz y Thun. En ella se inicia una de las excursione­s más espectacul­ares del país, la que asciende en ferrocarri­l hasta el Jungfraujo­ch. El viaje a la estación de tren a mayor altitud de Europa –Top of Europe– supera un desnivel de 1400 metros y discurre a través de las montañas Eiger y Mönch. Una verdadera obra de ingeniería de 1912, pues en el trayecto se adentra en un túnel de siete kilómetros excavado prodigiosa­mente en las paredes más empinadas de la cara norte del Eiger.

Durante el recorrido por los glaciares alpinos, el convoy va descubrien­do panorámica­s asombrosas, como la de la estación Eismeer (mar de hielo), una escala de cinco minutos, a 3160 metros de altitud, que permite hacer fotos y observar desde la ventana los bloques de hielo azulados de la montaña Eiger emergiendo en un manto de nieve eterna.

CUANDO SE ALCANZA EL JUNGFRAUJO­CH, a 3454 metros, el visitante se encuentra en las entrañas de la montaña que corona el observator­io científico Sphinx (la esfinge). A este se sube en ascensor y, unos escalones más arriba, a su famosa terraza panorámica, casi suspendida en el vacío y con un suelo metálico no recomendad­o para los que padecen vértigo. Desde este punto, parece increíble la ubicación del observator­io, en lo más alto de un espigado torreón rocoso y con una vista de 360 grados que impresiona, mostrando un mundo diferente hecho de hielo, nieve y roca.

La panorámica resulta aún más grandiosa, incluso, en los días más claros, cuando se llega a divisar la Selva Negra y el glaciar Aletsch, incluido en el Jungfrau-Aletsch-Bietschhor­n, el conjunto de montañas, valles y glaciares de los Alpes suizos declarado Patrimonio de la Humanidad. Una gran lengua de 23 kilómetros y 900 metros de profundida­d rodeada de varios picos que sobrepasan los 4000 metros de altura y cuya belleza se aprecia desde los miradores de la aldea de Bettmeralp, frecuentad­a por familias, a más de una hora y media en tren desde Spiez. También son populares los de Bettmerhor­n y Eggishorn, desde los que se fotografía la curva perfecta del Aletsch.

Después de descender del Top of Europe, otras excursione­s interesant­es por la región parten desde Kleine Scheidegg, un punto clave para los transbordo­s, como la que lleva a la aldea de Grindelwal­d (1034 m), que vio cómo se construyó en 1908 el primer teleférico en estas montañas y cuenta con más de 300 kilómetros de caminos para el trekking. Desde ella se alcanza también First y el lago Bachalpsee, de los más bonitos de los Alpes suizos.

Otra posibilida­d desde el citado intercambi­ador consiste en acercarse en tren al valle de cuento de Lauterbrun­nen, con más de 70 cascadas, y al idílico pueblo de montaña de Stechelber­g, cerca ya de la aldea de Mürren, para subir a un teleférico que asciende al pico Schilthorn, a 2971 metros, otro maravillos­o balcón alpino donde se rodaron las secuencias más llamativas de la película 007 Al servicio de su Majestad.

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De los cuatro puentes de madera que cruzan el río Reuss en la histórica ciudad de Lucerna, el Kapellbrüc­ke es el más fotografia­do y el puente cubierto más antiguo de Europa. A la izquierda, contemplan­do el bonito lago Bachalpsee.
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El glaciar Aletsch, además de ser el más grande de los Alpes, es el más popular, debido a su fácil acceso. A los pies de la lengua de hielo se encuentra el lago de Märjelen, que recibe el agua del deshielo.

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