LA MAGIA DEL CORRECTOR

Bien aplicado, ¡es como una siesta reparadora para la mirada! Para dar un aspecto más despierto al rostro, solo hace falta acertar con la textura y la aplicación, clave para un efecto indetectable y natural.

EL GRAN RETO

El principal obstáculo de todo corrector es su aplicación en el contorno de los ojos: su fragilidad y el hecho de que esté en constante movimiento, hacen que tienda a cuartearse, más teniendo en cuenta su textura algo espesa. La elección de la fórmula –más cremosa y menos cubriente o bien más compacta y con mayor poder de

cobertura– es solo una cuestión de gusto personal.

HIDRATAR, ESENCIAL

Hay tres trucos para retrasar (que no impedir) que la fórmula acabe cuarteada. El primero es hidratar el contorno minutos antes de la aplicación. ¿El segundo? Si no produce irritación, extender primer o prebase en el área, que “rellena”

las arruguitas y consigue una aplicación uniforme, además de mejorar el color de la ojera. El tercero es un clásico de los maquilladores profesionales: aplicar sobre el corrector una ligerísima y muy leve capa de polvos traslúcidos con un pincel para sombras claras (como el de la imagen de esta página): esto sella el corrector y prolonga su duración.

CUESTIÓN DE DOSIS

El corrector no se debe extender, sino tapetear y fundir con la piel para una mejor cobertura.Y, cómo no, el área de aplicación es importante: en vez de cubrir la media luna de la ojera, es preferible dibujar un triángulo que, del lagrimal, baje por el lateral de la nariz y llegue hasta la mitad del ojo, para un efecto más natural.