CARMEN MARTÍNEZ-BORDIÚ PIERDE EL TÍTULO DE DUQUESA DE FRANCO
Carmen Martínez-Bordiú ha perdido su título, al igual que su hermano, Francis Franco, actual señor de Meirás. Cuarenta y siete años después de que el Rey Juan Carlos concediera el señorío de Meirás y el ducado de Franco, con grandeza de España, a Carmen Polo, viuda de Franco, y a su hija mayor, las dos distinciones han sido suprimidas en virtud de la Ley de Memoria Democrática, que entró en vigor el pasado 21 de octubre. Desde este día, «la nietísima» no puede utilizar el ducado que heredó de su madre. Obedeciendo al artículo 41 de esta ley, el Gobierno ha suprimido de golpe treinta y tres títulos nobiliarios y grandezas de España —condados, marquesados, ducados y señoríos— que fueron otorgados en su mayoría durante la dictadura y la transición. En marzo de 2018, tres meses después de la muerte de su madre, Carmen solicitó al Ministerio de Justicia heredar su ducado y firmó la sucesión el 31 de mayo. Cuatro años después, lo ha perdido, algo sobre lo que, de momento, no se ha pronunciado.
Carmen Martínez-Bordiú fue una de las reinas de Madrid durante décadas, pero, a sus setenta y un años y retirada de la vida pública en Portugal, son contadas las ocasiones en las que ha vuelto a hacer vida ante los focos mediáticos. En agosto de 2019, hizo un cambio de vida radical junto al «coach» y surfero neozelandés Tim McKeague, treinta y cuatro años más joven que ella. Consiguió así, en el país vecino, la privacidad que buscaba y apenas sale de su refugio secreto en Sintra, localidad ubicada a unos treinta kilómetros de Lisboa.
A principios del verano, la madre del duque de Anjou, Luis Alfonso de Borbón, abandonó su retiro para asistir a la boda de Carlo Fontana y Julia Nasi, tataranieta de Giovanni Agnelli, fundador del imperio Fiat, en la iglesia de Santa María de Loures, en Portugal. Y este otoño hemos vuelto a verla en Madrid con motivo del ochenta cumpleaños de la princesa Ira de Fürstenberg, en el que se reencontró con sus amistades, entre ellas, su íntima Isabel Preysler. Lo que no ha dejado de hacer nunca son escapadas «secretas» a la capital para ver a sus nietos, al igual que viaja con frecuencia a Burdeos, donde reside su hija, Cynthia Rossi, con su marido, Benjamin Rouget, y sus dos hijos.