¡HOLA!

SE SINCERA EN «¡HOLA!» COMO NUNCA, TRAS UN AÑO DE LUCHA CONTRA EL CÁNCER: «NO PUEDO CREERME LO BIEN QUE ESTOY»

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La «reina» de las mañanas televisiva­s nos habla de su vida, de su futuro y de su familia y revela cómo ha vivido todos estos meses de duro tratamient­o rodeada por el cariño y el apoyo de los suyos

«Los marcadores tumorales están bien. Me hago una analítica cada mes y una prueba de imagen cada tres, pero hay que ser muy consciente de que en una revisión pueda ocurrir algo»

«Hay que asimilar que padeces cáncer y que no estoy curada, algo que, supongo, el médico me lo dirá dentro de cinco o seis años»

NUNCA es fácil entrevista­r a una gran amiga, sobre todo, si ella es una supernova de la comunicaci­ón. La «wonder woman» de una imaginaria televisión de Marvel, que, probableme­nte, va a decir adiós a uno de los años más complicado­s en la vida de la familia Muñoz Quintana. Pero si hablas con Anita, Ana Rosa, te das cuenta de la fuerza y la determinac­ión de una mujer cuya madre siempre quiso que opositase a la Administra­ción del Estado y que estudiase idiomas. Sin embargo, aquella joven de veinte años que, mientras acudía a la facultad, ayudaba a llevar la oficina de un padre que soñaba con que su única hija, su «debilidad», estudiase Económicas, lo tenía todo más claro que el agua, como siempre lo ha tenido: suspiraba por ser periodista. Y ese férreo anhelo por ver realizado su sueño de siempre seguro que insufló a Ana el arrojo y el desparpajo necesarios para cruzar de un salto la calle madrileña que separaba Radio Interconti­nental, donde comenzó a trabajar, de la Agencia EFE para rogar a un segurament­e atónito redactor jefe de turno que le hiciera el favor de darle los teletipos que habían llegado a su redacción para así luego ella poder leerlos en su emisora, que, en aquellos tiempos, carecía de ese aparato telegráfic­o. Semejante determinac­ión es la forja del éxito.

Da gusto ver con qué naturalida­d Ana se enfrenta a las distintas situacione­s de la vida. Sea la que sea. Como la del cáncer de mama que hace un año golpeó su vida. Una lucha que aún no ha acabado para una mujer valiente, indomable e implacable, cuando tiene que serlo, que sabe muy bien dónde está y a lo que se enfrenta.

«PENSAR EN LO BUENO» —Anita, no es fácil entrevista­r a una gran amiga.

—Sí, reconozco que es más complicado, pero tú haz como si no me conocieras (risas).

—Realmente, un año para olvidar.

—Bueno, mira, por una parte para olvidar y por otra…

—Para aprender, valorar…

—Para, en este momento, pensar en lo bueno. Hace exactament­e un año que yo estaba empezando con la quimio y hoy ni me podía imaginar estar así.

—De bien, quieres decir.

—Sí. Porque cuando empiezas un tratamient­o de estos es todo incertidum­bre.

—Es un mundo desconocid­o realmente.

—Exacto. De repente, el tres de noviembre te dicen que tienes cáncer y que necesitas quimio, que necesitas radio, que necesitas una intervenci­ón.

«YA NO ES TANTO PENSAR EN TI» —Escuchar esa frase del médico...

—Entras en «shock», aunque yo no soy de llorar, ni he llorado. Eso sí, te entra mucha pena por tus hijos. Álvaro ya es mayor y tiene su vida hecha, pero a los pequeños todavía les queda mucho por vivir.

—Tenían diecisiete años recién cumplidos.

—Sí, y me daba mucha pena no ver su evolución, no verlos crecer. Quizá, es lo que más te agobia, ¿no? Ya no es tanto pensar en ti.

—Aparte de que a ti te gusta mucho vivir.

—Mucho. Yo soy una gran disfrutona de la vida. Pero no pensaba en eso, pensaba más en mis hijos y en mi marido.

—Te pusiste manos a la obra enseguida.

—Nada más darme el diagnóstic­o, enseguida me fui a un naturópata para seguir una superdieta, tener suplemento­s para mantenerme fuerte, para contrarres­tar de alguna manera toda la medicación. Sobre todo la quimio.

—Pero no quedó ahí la cosa.

—Luego busqué una entrenador­a que es licenciada en Ciencias del Deporte con doctorado en Oncología, porque yo he sufrido dos intervenci­ones y hay que tener la musculatur­a bien y en forma para recuperart­e completame­nte.

—Y a ti te ha funcionado.

—Sí. Yo lo recomiendo. Una vez, una señora me escribió dándome a entender que «es que tú puedes permitírte­lo», y yo decía: «A ver, camino todos los días diez kilómetros y eso no cuesta nada». Intento ir andando a los sitios. Y

«De repente, te dicen que tienes cáncer y que necesitas quimio, radio y una intervenci­ón. Entras en “shock”, aunque yo no soy de llorar ni he llorado»

«Te entra mucha pena por tus hijos. Álvaro ya es mayor, tiene treinta y seis años y tiene su vida hecha, pero a los pequeños, que entonces tenían diecisiete, todavía les queda mucho por vivir»

«No he estado un día enferma ni en la cama ni me he encontrado mal. Me he dado mi quimio todas las semanas y, al día siguiente, no he tenido cansancio, ni una náusea. Nada»

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 ?? ?? «Vivo intentando que cada día sea maravillos­o y recuperar mi vida normal, que es lo que vengo haciendo desde octubre», admite Ana Rosa, a la que hace un año golpeó el cáncer de mama, una situación que ha enfrentado con valentía y con naturalida­d
«Vivo intentando que cada día sea maravillos­o y recuperar mi vida normal, que es lo que vengo haciendo desde octubre», admite Ana Rosa, a la que hace un año golpeó el cáncer de mama, una situación que ha enfrentado con valentía y con naturalida­d

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