EN CASA, COMO EN LA PELUQUERÍA
Toma nota de este “manual de uso” del secador, una guía infalible para sacarle el máximo rendimiento a tus peinados sin dañar el pelo y obtener resultados de salón profesional.
BUENA INVERSIÓN
No es gasto, es inversión: tener un secador de calidad no es capricho. Ha de tener al menos tres niveles de temperatura, una buena boquilla, un difusor y un voltaje mínimo de 1.800 vatios. Un chorro de aire potente es esencial: sin él, el pelo no se seca, se abrasa. Para pelo fosco es recomendable la tecnología iónica, y para cabello muy largo o abundante es importante que el aparato sea ligero.
CUESTIÓN DE GRADOS
Cuanto menos calor, mejor. Antes es importante eliminar la máxima humedad posible con toalla –siempre sin frotar y si es de microfibra, mejor– o dejarlo secar al aire si es posible. Luego, se sigue retirando humedad con el aire al máximo y temperatura media (siempre, siempre, de arriba abajo, para reducir el frizz) y solo cuando está casi seco se usa el aire caliente para realizar el moldeado final.
BUEN ÁNGULO
Usar boquilla es esencial para evitar el frizz, al igual que el ángulo en que se usa: siempre de arriba abajo y en paralelo al cabello, con 10 cm de distancia y moviéndolo de forma constante para evitar un exceso de calor. Lo contrario que sucede con el difusor: es preferible hacerlo a mínima temperatura,“recogiendo” el cabello en el cabezal y moviéndolo poco y lentamente.
HERRAMIENTA 10
Ojo con los cepillos metálicos –achicharran el cabello– y con los de plástico, buenos para desenredar, pero mal match con el calor. Los de cerdas consiguen máximo brillo (si bien requieren trabajo de muñeca) y los de cerámica ayudan a moldear. Conviene empezar a secar por las partes más visibles –frontales y capas exteriores– y dejar el interior y la parte de atrás para el final.