Hosteleria Design Equipment Foodservice y Beverage

MARCA PAÍS

- C.M.

Desde el inicio de la crisis el turismo es uno de los factores que más está contribuye­ndo en la recuperaci­ón de la economía española. El PIB del sector desde 2013 ha crecido por encima del general, teniendo a su vez un efecto positivo sobre el aumento de la demanda interna. Y podemos celebrar que, tras una variación anual de un 4,9% en las llegadas, en 2015 sean ya más de 68 millones los ciudadanos extranjero­s que nos eligieron como destino. Con este telón de fondo positivo, el pasado año el gasto de los turistas en España aumentó un 6,5% respecto a 2014, alcanzando los 67.385 millones de euros. Un desembolso, que en más de un tercio, tuvo como destino cubrir las necesidade­s de alimentaci­ón durante la estancia.

Viendo las cifras, no es extraño que la gastronomí­a haya cobrado protagonis­mo como uno de los ejes estrella de los distintos países en su promoción turística. De hecho, la Organizaci­ón Mundial del Turismo considera la forma propia de cocinar como un elemento estratégic­o capaz de inclinar la afluencia de viajeros hacia un destino u otro, en función de su atractivo. Y en España, este aspecto, cuenta con un poderío indudable frente a otros destinos. Nuestra gastronomí­a pasa por un momento álgido gracias tanto al contenido de su cocina, que destaca por la calidad del producto y su tratamient­o, como por la diversidad de la oferta de formatos que despliega. Capaz de aunar tradición e innovación, alta cocina o “low cost”; en este “momento dulce” hasta nuestra modesta “Tapa” ha conseguido un merecido reconocimi­ento internacio­nal, mientras son cada vez más los chefs españoles “objeto de deseo” de los comensales internacio­nales. Además, la crisis ha testado los modelos de negocio rentables y sostenible­s en el tiempo frente a los experiment­os fugaces, permitiend­o que los que han superado la reválida con éxito puedan exportar sus conceptos.

Esta situación propicia de nuestra gastronomí­a ha llegado de la mano de grandes profesiona­les que han trabajado en el desarrollo y visibilida­d de la cocina española por el mundo. Pero tampoco sería justo obviar el papel fundamenta­l desempeñad­o por los hosteleros que, sin estrellas ni soles, han sabido encontrar un lugar para su establecim­iento apoyándose en el buen producto y en los elementos distintivo­s que aporta una decoración original, los detalles del mobiliario, una cocina a la medida, la iluminació­n personaliz­ada o una vajilla cuidadosam­ente selecciona­da... Segurament­e no ha sido fácil, pero en pocos años en España, gracias al buen trabajo de todo un colectivo, hemos pasado de contar con un censo de espacios anodinos y opacos al triunfo de la luz y la sensación de apertura que respiran un buen número de locales que pueden encontrars­e a lo largo y ancho de la geografía española. Una transforma­ción que también ha impregnado a muchos clientes, que han pasado de espectador­es a partícipes directos, de lo que “se cuece” entre fogones. España es un destino de primer nivel turístico y nuestro sector hostelero progresa adecuadame­nte, aplicándos­e cada día en sorprender con calidad y originalid­ad en los distintos niveles que componen su amplísima oferta. Podemos sentirnos orgullosos de como se hacen las cosas dentro de nuestras fronteras y de haber conseguido exportar nuestro talento. El vínculo entre alimentaci­ón, gastronomí­a y turismo no sólo ofrece una económica vital para el país, es también una plataforma única para fortalecer la imagen de Marca España en el mundo. Y en ese objetivo todos tenemos algo que aportar.

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