Leches y productos lácteos, los alimentos más consumidos en el desayuno

una población mundial que envejece; una juventud cada vez más informada y conectada; el aumento de las enfermedades crónicas; y el constante incremento del auto-cuidado y la prevención. De hecho, una de las consecuencias más visibles del aumento de la esperanza de vida es que los consumidores/clientes prestan cada vez más atención a la composición de los alimentos y evitan determinados productos por entender que pueden ser perjudiciales para su bienestar.

Según el informe “Global Food and Drink Trends 2018” de Mintel, las tendencias a nivel mundial que impactarán en la alimentación durante este año apuntan a un crecimiento de los alimentos saludables y sostenibles, impulsados por el aumento en la demanda de ingredientes, productos y combinaciones de alimentos que brinden beneficios físicos o emocionales, apoyado en la decisión del consumidor por el “autocuidado”. Y no se trata de una cuestión de “dietas”, sino de tomar decisiones saludables: la demanda de comida sana se sigue incrementando por encima de los dos dígitos (7 de cada 10 compradores admiten sentirse más felices cuando compran alimentos que saben que son saludables).

A este respecto, Martina Miserachs, Chief Executive Officer de Healthia Certification, señala que actualmente “la alimentación saludable es una macrotendencia a nivel mundial. Parece ser que cada vez nos estamos cuidando más, y, aunque queda mucho camino por recorrer, esto ha hecho que en los últimos años los consumidores nos centremos en lo que podemos llamar el ‘selfcare’ o el autocuidado y prioricemos un poco el tiempo y los esfuerzos que nos dedicamos a nosotros mismos. Nos preocupamos más por la alimentación, por los efectos nocivos que pueden tener determinados componentes alimenticios como el azúcar, la sal o las grasas saturadas... algo que se refleja en la oferta, por ejemplo, que podemos encontrar en los lineales de los supermercados, que no tiene nada que ver con lo que existía hace unos años y donde cada vez encontramos más opciones El grupo de alimentos más consumido en el desayuno fue la leche y productos lácteos (88,9%), y en especial la leche semidesnatada (43,8%). Con una menor frecuencia se sitúa la leche entera (28,2%) y la leche desnatada (22,3%). A este respecto, los hombres ingirieron más leche entera en el desayuno que las mujeres, mientras que las mujeres se decantaron por la leche desnatada y bebidas de soja de manera más frecuente que los hombres. Los cereales y derivados fueron el segundo grupo de alimentos más elegido para desayunar (84,2%), en particular el pan (51,6%) y en menor proporción las galletas (25,7%), bollería y pastelería (20,6%) y cereales de desayuno y barritas de cereales (12,9%). Junto a ello, el 26,3% de la población incluía alimentos ricos en proteínas en el desayuno, en especial embutidos y otros productos cárnicos (20%) y huevos (7,2%), el 19,3% tomaba zumos y néctares y el 17,5% fruta.

Con respecto a las grasas, un 29,2% de la muestra de población del estudio incluía aceites en su desayuno, especialmente aceite de oliva (25,3%), mientras que un 22,9% utilizaba otro tipo de grasas como mantequilla, margarina, etc. Estas últimas fueron significativamente más consumidas por las mujeres que por los hombres al igual que en el caso de la mermelada.

El azúcar fue el endulzante más utilizado (46,9%) sin diferencias entre sexos, mientras que la sacarina fue mas consumida por las mujeres que por los hombres. Por último, el análisis muestra que los hombres varían más los alimentos que ingieren en el desayuno que las mujeres, y que estas últimas dedican más tiempo a desayunar que los hombres. ‘sin’. A parte del cuidado de la salud, estamos también en un momento en el que hay un boom de comida vegetariana -veganos, flexivegetarianos...-, ya sea por motivos de salud como por motivos de sostenibilidad. Las nuevas generaciones están cada vez más sensibilizadas en estos aspectos”. Sin embargo, Miserachs también advierte que “a veces, da la sensación