Hosteleria Design Equipment Foodservice y Beverage
La Rollerie / Exclusividad con aire provenzal
El nuevo local de La Rollerie en Boadilla del Monte (Madrid), el octavo ya en ver la luz -segundo como franquicia-, ha conseguido volver a sorprender. El proyecto de interiorismo, a cargo de la propia compañía y dirigido por José Luis Pérez Domínguez, ha apostado por la habitual estética vegetal y de aire provenzal que caracteriza la imagen corporativa, conformando un lugar al que se puede llegar para el desayuno y no salir hasta la medianoche gracias a su oferta para todos los públicos. Con su amplia terraza cubierta promete, además, ser el place to be de la zona durante todo el año.
El cartel luminoso que corona al aire en lo alto del restaurante es el reclamo para no perderse al llegar, y cada uno de los detalles que se van descubriendo al cruzar sus puertas lo que hace que este nuevo establecimiento en una de las zonas más exclusivas de la capital no deje indiferente al visitante y acabe por conquistarlo. Empezando por el impresionante porche que ocupa varios metros a lo largo de la calle, una terraza acristalada cubierta ahora, pero que en verano se convertirá en un paso libre para acceder al interior del local, presidido por una imponente barra en el centro sobre la que se descuelga un vistosísimo jardín. Y es que las plantas son un imprescindible en cada Rollerie. Siempre en busca del mimetismo con el ambiente pero colándose en cada rincón. Maceteros, jardines verticales, colgantes… y también estampados en los cojines, en el tapizado de las sillas, en el papel pintado de techos, algunas paredes y separadores… El color verde impregna también otros muchos detalles: en forma de azulejos que cubren las columnas o algunas mesas y revisten los baños. La otra seña de identidad es su árbol de hojas rojizas, que en esta ocasión cuelga del techo con tronco y raíces incluidas.
Los 450 m2 de La Rollerie Boadilla, con capacidad para albergar a unas 170 personas, están divididos en dos alturas: la principal, a la que se accede atravesando la terraza, con un par de zonas de mesas altas y bajas y una parte acristalada desde la que se puede contemplar un precioso patio interior en la planta baja y el enorme árbol pendiente del techo. Es en esta altura -a la que se puede llegar en ascensor- donde se encuentran algunos de los rincones más especiales del restaurante: un divertido balancín que puede convertirse en el escenario ideal para mil y una confidencias, varios
salones con detalles -jarrones con lavanda- en cada mesa... Las hay para ir en grupo o más íntimas para ir en pareja, aunque también se puede optar por sofás de mimbre en los que estirar la sobremesa leyendo con uno de sus nuevos ‘Cafés golosos’ y una tarta. Y es que si en algo son expertos en esta firma, es en crear microespacios para que cada uno encuentre su lugar favorito y se sienta como en casa en cualquier momento del día. Porque aquí se puede llegar para el desayuno y no salir hasta la medianoche. El ambiente acompaña y su carta -prácticamente igual aunque con singularidades en cada local- es de lo más variada para agradar a todo tipo de paladares. Con el frío vuelven clásicos de su recetario como la Sopa Tom Kha Kai de pollo y la Fondue de queso y vodka; y se incorporan incluso ingredientes nuevos como la polenta, elaboración muy popular al sur de Francia, Suiza y Austria que es protagonista en platos como los Taquitos crispy de polenta y parmesano, con strogonoff de boletus, trigueros y trompetas de la muerte o los Pulpitos encebollados en salsa kimchi, pimentón y sésamo, servido sobre polenta crispy. También han aterrizado en su propuesta el Queso Tomino cremoso a la plancha, acompañado de trufa negra, ajo y laurel sobre una tortilla crujiente de trigo y servido con una brunoise de tomate con alcaparras; y el Arroz cremoso con carrillera de cerdo Duroc.