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BALÓN DE OXÍGENO
El hostelero está entre los sectores más impactados por las consecuencias de la Covid-19. Las restricciones han hecho estragos en unos negocios que ahora, con la perspectiva de haber superado lo peor de la pandemia, comienzan a ver algo de luz. Así, en el último año, después de los momentos de duro confinamiento, más del 90% de los españoles hemos vuelto a consumir fuera de casa. Y con la vuelta a los viejos hábitos, la restauración ha logrado alcanzar el 80% de su actividad pre-covid en todas las regiones, con Madrid a la cabeza. Son los datos de la consultora Kantar que dan razones para el optimismo, después de tan tremendo batacazo. Las cifras registradas el pasado verano por la hostelería volvieron a acercarse a las del año prepandemia, tanto en términos de penetración como de frecuencia, mientras el gasto por acto también se incrementaba un poco. Vuelven las salidas para disfrutar de momentos sociales y estas son cada vez más planificadas, con consultas a internet para ver cómo es el establecimiento, su oferta gastronómica y, también, los precios de la carta.
Pero, además, el paso de la crisis sanitaria deja algunas lecciones en el sector de cara al futuro de la mano de fenómenos acogidos por obligación, como el delivery y el take away, que tras irrumpir con fuerza han mostrado su potencial para capitalizar nuevos momentos de consumo. Precisamente el delivery, aunque comienza a presentar indicios de ralentización a medida que regresa la normalidad, sigue obteniendo muy buenas cifras e incorporando adeptos. En concreto en España su porcentaje de penetración estaría en un 51% frente al 44% de 2020. Y aunque está claro que este modelo nunca reemplazará la experiencia de una salida al restaurante, si nos fijamos en lo que sucede en países como Reino Unido, Francia o Portugal, todavía tiene recorrido para seguir atrayendo consumidores.
En este contexto tan cambiante, si tenemos claro que conseguir nuevas visitas al establecimiento es la principal forma de crecer, los negocios hosteleros no pueden vivir aferrados a la antigua idea de la fidelidad de sus clientes. Los datos muestran que, en promedio, se pierden más de la mitad de ellos de un año a otro, manteniéndose únicamente cerca del 40% del total. Hay mucha rotación y eso obliga a buscar continuamente fórmulas para seguir convenciendo.
La buena noticia es que los negocios bien enfocados y en tendencia siempre serán atractivos para la gran cantidad de nuevos potenciales clientes que están deseando probar conceptos distintos. Y el abanico para atraerlos es tan amplio como las posibilidades económicas permitan: desde una drástica renovación integral del local, del estilo de su mobiliario o una mejora de la tecnología; hasta el cambio de carta o hacer promociones atractivas y publicidad. En todo caso, ahora más que nunca, es vital escuchar hacia donde se mueve el cliente para adaptarse con rapidez a la demanda con acciones concretas.
Insuflados por el inicio de la recuperación, los negocios se preparan para activar con fuerza todas las palancas de cara a Navidad; por antonomasia una de las épocas más importantes para la hostelería. Durante el último año los ciudadanos se han apretado el cinturón y hay una tasa de ahorro de las familias situada en unos 100.000 millones de euros, el dato más alto de la historia en España. Una hucha que tiene ganas de ocio y de disfrutar de fiestas. Eventos de empresa, encuentros familiares y con amigos pueden disparar el consumo en la hostelería y suponer ese balón de oxígeno tan necesario para que al sector pueda comenzar 2022 con cierto desahogo y enfilar la definitiva senda del crecimiento. Todo ello con permiso del maldito virus.