Hosteleria Design Equipment Foodservice y Beverage
DE LA MANO DEL ESTUDIO BRIME ROBBINS
InterContinental Barcelona
InterContinental Barcelona, en el corazón de Montjuic, abre convirtiéndose en el primer nuevo cinco estrellas de la ciudad Condal este año. De la mano del estudio de diseño Brime Robbins, el mar que baña la costa de Barcelona, así como sus calles, arquitectura y arte inspiran la paleta de colores, las texturas y los materiales de las habitaciones, restaurantes y zonas comunes del hotel. La recepción, compuesta por cuatro mostradores de madera, incorpora pequeñas luces en el techo. El vestíbulo es ahora un gran porche con consolas de madera, luces y una galería de nichos de arte color azul marino. El arte, presente en cada rincón, es otro hilo conductor a través de obras que representan elementos de Barcelona. Un gran mapa de metal de la ciudad de 7 metros de altura envuelve la gran escalera y cerámicas catalanas posan en silueta como una pantalla de doble altura entre el restaurante y el café lounge.
Tonos ocres y neutros, terracota, nogal, acabados naturales y líneas horizontales que recuerdan al Mediterráneo caracterizan las 273 habitaciones. Desde los suelos hidráulicos de las cocinas catalanas hasta el “panot” de las aceras de las calles de Barcelona, todos los patrones de los suelos se han inspirado en la ciudad. La moqueta, con imágenes de adoquines y reflejos, y el azul de los sillones y sofás, invitan a conectar con el mar.
La experiencia gastronómica es temática. Las zonas de F&B reciben nombres catalanes como personajes de una película biográfica, y Brime Robbins aprovecha su significado en el diseño. En la coctelería Gebre, que se traduce como "escarcha" en catalán, se sitúa un gigantesco expositor de botellas con paneles de cristal translúcido y metal pulido. En Arrel, que significa "raíces”, un biombo de madera envejecida con celosía imita las raíces y envuelve a los comensales, mientras que una cinta de cristal serpentea encima de sus cabezas. Quirat, que en catalán significa "quilate", representa la pureza y la riqueza de los elementos que componen la tierra en un comedor que ofrece una interpretación de autor mediante una carta de platos de las distintas temporadas, ideada por Víctor Torres, el cocinero más joven de España en ganar una estrella Michelin.