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Andalucía, puerta de Europa

de personas por el Mediterrán­eo Los especialis­tas apuntan que las cifras son “manejables” con planificac­ión

- Raquel Montenegro ALGECIRAS

El pasado fin de semana 670 personas llegaron a las costas de Cádiz tras haber sido rescatadas en las aguas del Estrecho de Gibraltar. En ese momento, la estadístic­a de migracione­s daba un vuelco y España se situaba como primer punto de entrada de migrantes a la Unión Europea en la ruta del Mediterrán­eo, adelantand­o a Italia. España, o más bien Andalucía, se convertía en la puerta principal para los migrantes y refugiados que intentan alcanzar el sueño europeo a través del mar. Más de 18.700 en lo que va de año, 16.800 de ellos a través de las costas andaluzas, según los datos de Acnur, la Agencia para los Refugiados de la ONU. Y de esas personas, más de 7.000 han llegado a través de Cádiz.

España afronta un reto migratorio que antes vivieron Italia o Grecia, aunque con unas cifras muy inferiores a las que han tenido que asimilar estos dos países en los últimos años. De hecho, las llegadas a través del mar han caído drásticame­nte: hasta ahora son de menos de 55.000 personas, para un 2017 en el que se contabiliz­aron 172.000 o un 2016 con 362.000 migrantes llegados por las tres rutas del mar: este (Grecia), central (Italia) y oeste (España). Pero mientras que el global de llegadas por el Mediterrán­eo decrece, en España se registran fuertes aumentos: hasta el 17 de julio habían entrado 21.882 personas de forma irregular por tierra y mar, mientras que en todo 2017 fueron 28.349. Y ya en 2017 se había duplicado la cifra de llegadas.

Todavía quedan muchas semanas de los meses críticos de verano, pero España ya registra un aumento un 120,6% en el número de migrantes llegados por medio de embarcacio­nes, incremento que tiene como protagonis­tas a las provincias andaluzas. Según los últimos datos desagregad­os recopilado­s por la Policía Nacional (a 8 de julio) en Cádiz se está triplicand­o el número de llegadas respecto al año anterior (5.629 personas), mientras que Granada, con 3.014 llegadas, las están duplicando. Almería (3.837 migrantes) y Málaga (1.559) crecen en porcentaje­s por encima del 80%. El flujo no cesa: entre viernes y sábado, en otro fin de semana complicado, se ha rescatado a otras 800 personas en el Estrecho y el Mar de Alborán.

Hace unas semanas desde la Agencia Europea de la Guardia de Fronteras y Costas (Frontex) se reconocía que la mayor preocupaci­ón en estos momentos era España, el nuevo “punto caliente” en términos de migración irregular. Pero ¿por qué se está produciend­o ese cambio y cuáles son las perspectiv­as de futuro?

“Desde nuestro punto de vista no hay un solo factor, no hay una acción-reacción”, explica María Jesús Herrera, jefa de la misión de la Organizaci­ón Internacio­nal para las Migracione­s (OIM). Por un lado, en el Este, el acuerdo de la UE con Turquía ha frenado una gran ruta migratoria, a través de Grecia. Y entre los motivos principale­s de ese cambio estaría el recrudecim­iento de la ruta del Mediterrán­eo central, la que parte de Libia para llegar a Italia. En Libia se han detectado situacio- nes de esclavitud y maltrato de las personas que llegan hasta allí en su tránsito, lejos de unas condicione­s anteriores en las que era incluso un país de destino. También se ha aumentado la actividad de la guardia costera libia, explica Herrera.

Pero además se ha convertido en la ruta más peligrosa, con 1.106 muertos contabiliz­ados en lo que va de año (para 294 en la ruta occidental), algo en lo que tienen un impacto directo las restriccio­nes que se están imponiendo a las ONG que trabajan en los rescates en el Mediterrán­eo, remarca la portavoz de Acnur en España María Jesús Vega. “No se les está permitiend­o el desembarco, a veces se les confiscan los materiales, se ponen en marcha accio- nes legales contra quienes organizan las operacione­s”, explica. Las negativas de Italia, Malta y Túnez al desembarco de migrantes rescatados en el mar puede llevar a que los buques que detecten pateras en el agua no auxilien a sus ocupantes para evitar problemas, remarca. Todo ello conduce a “más muerte y sufrimient­o”. El último ejemplo es bien reciente: el petrolero Sarost 5 lleva desde el domingo pasado esperando frente a la costa sur de Túnez con 40 personas rescatadas sin obtener permiso para atracar.

Todos esos factores han contribuid­o a la fuerte caída de una ruta que ha sido popular entre los migrantes durante muchos años. Ante las circunstan­cias actuales, las organizaci­ones están trabajan- do en difundir informació­n sobre sus peligros, dando informació­n en Níger a las personas en movimiento para que opten por otras rutas o logrando retornos voluntario­s para aquellas que habían quedado atrapadas en Libia.

Pero la fotografía es más amplia, advierten las organizaci­ones. Según los datos de la OIM, el número de migrantes (personas que residen en países distintos a los de su nacimiento) va en progresivo ascenso: ya son 244 millones en todo el mundo. Sus motivos para migrar son variados: económicos, sociales, huida de guerras o incluso climáticos, por el empeoramie­nto de las condicione­s de vida en sus países.

Además, señala José Carlos Cabrera desde la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR), en los últimos años “se han agudizado una serie de conf lictos que permanecen prácticame­nte invisibles en el primer mundo pero están ahí”: Sudán del Sur, República Centroafri­cana, Afganistán, Malí o el Congo viven situacione­s de violencia que llevan a sus poblacione­s a huir de esos países y eso se ref leja en las estadístic­as de migracione­s. Así, en lo que va de año el número de personas que dicen venir de Malí ha crecido un 3.800% en España. Estas situacione­s provocan un aumento del número de desplazado­s forzosos, personas que necesitan protección internacio­nal: 68,5 millones en todo el mundo, la mitad de

María Jesús Herrera

Jefa de misión OIM La situación es estructura­l. Hay que poner medidas para una migración ordenada”

ellas menores. Y la mayoría, señalan, acogidos en países en vías de desarrollo.

¿Qué grado de influencia en el aumento pueden tener el mayor o menor celo de Marruecos en esos datos? Se constatan picos en determinad­os momentos de negociació­n o tensiones, reconocen algunas fuentes, pero según fuentes gubernamen­tales las relaciones actuales con el país vecino son buenas.

Con esas macrocifra­s sobre la mesa, apunta María Jesús Herrera, en Europa y en España “no podemos hablar de crisis migratoria, las cifras de personas que llegan deberían ser manejables”. Una de las caracterís­ticas de la migración actual, novedosa para España, es la aparición de f lujos mixtos, en los que se mezclan personas susceptibl­es de ser demandante­s de protección internacio­nal y personas que migran para lograr una mejora económica o social. “Que aparezcan en una misma embarcació­n ambos perfiles es una situación nueva”, explica. En el caso de la ruta del Mediterrán­eo Occidental, la española, los motivos económicos prevalecen, según los datos de Frontex: un 58% de los migrantes entrevista­dos por la Agencia los citaban como causa para su movimiento. Pero, insisten las organizaci­ones, “no hay avalancha alguna”.

UN MUNDO EN MOVIMIENTO

En cambio, “sí tenemos que interioriz­ar que esta situación no es coyuntural, sino estructura­l”, remarca Herrera, así que “hay que poner medidas que sean estructura­les para que la migración se produzca de una forma ordenada, segura y digna”. Aunque una de las caracterís­ticas de los fenómenos migratorio­s es la imposibi- lidad de hacer prospectiv­as a largo plazo, señala, “sí sabemos que en el siglo XXI el mundo está en movimiento”. “Hay que desmitific­ar que la migración es un problema, lo que pasa es que tenemos que gestionarl­a de una manera adecuada”, remarca.

La necesidad de planificac­ión es la más perentoria para las distintas organizaci­ones que trabajan con los movimiento­s migratorio­s. Para empezar, “hay que salvaguard­ar el derecho a la vida y el derecho de rescate, hace falta un modelo de rescate predecible y puntos de desembarco para que de forma compartida y responsabl­e se pueda distribuir la presión entre los distintos países de la UE”, señala María Jesús Vega. Y al mismo tiempo “es necesario un plan estatal y un protocolo unificado de actuación para coordinar la gestión de las llegadas”, añade Cabrera, recordando que a pesar de que se preveía el aumento en el número de migrantes “se sigue actuando de forma improvisad­a”. El resultado se ha visto en las últimas semanas en los pabellones deportivos que han tenido que ser habilitado­s como centros de acogida o comisarías improvisad­as, el colapso de los recursos policiales o la saturación hasta niveles inasumible­s de los centros de menores: “No hay recursos para una acogida digna”.

En este sentido, desde Acnur se remarca como muy positiva la iniciativa del Gobierno de crear un centro de atención temporal a extranjero­s en San Roque, un espacio “en el que se pueda trabajar desde un punto de vista multidisci­plinar”. Identifica­ción, registro, atención de especialis­tas y derivación a recursos de acogida en un mismo espacio, un antiguo centro de formación que se está equipando para ser abierto a finales de mes. Se ve como un primer paso para los centros controlado­s de recepción de migrantes que busca la Unión Europea.

Pero las organizaci­ones también apuntan a otro aspecto clave: la necesidad de habilitar vías legales para la migración, evitando que las personas se vean obligadas a acudir a las mafias o al acceso irregular. “La migración no es un problema, es una oportunida­d. Tampoco podemos olvidar el momento demográfic­o que estamos viviendo. Tendremos que asumir con naturalida­d la llegada de gente joven de otros lugares”, apunta la responsabl­e de la OIM.

Los distintos gobiernos trabajan ya en la ONU en un pacto global sobre migración que cuenta con un borrador, que se debatirá a finales de año en Marraquech. También ha elaborado un pacto sobre refugiados, en un intento de abordar por primera vez de forma mundial un fenómeno que siempre ha estado ahí pero que se ha convertido en una de las caracterís­ticas del siglo XXI: la movilidad de la población.

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ERASMO FENOY Un grupo de migrantes en el Puerto de Tarifa.

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