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“Osborne es una compañía más de espirituos­os que de vinos”

El nuevo plan estratégic­o de la firma del Toro pone el foco en las marcas propias ‘premium’ Fernando Terry afirma que “no podemos basar el modelo de negocio en los vinos viejos de Jerez, pero sí nuestra imagen”

- Á. Espejo JEREZ

Osborne culminó a principios de año el proceso de reestructu­ración de su cúpula directiva tras el relevo familiar en los cargos ejecutivos, una “transición ordenada” en la que Ignacio Osborne pasó a ocupar la presidenci­a de la compañía, siendo sustituido como consejero delegado por Fernando Terry. El nuevo plan estratégic­o de la compañía, pendiente aún de aprobación por el consejo de administra­ción, pone el foco en el crecimient­o orgánico a través del desarrollo de las marcas propias premium. “Osborne es una compañía de espirituos­os más que de vinos”, afirma Terry, quien no obstante tiene en mente reforzar la apuesta por los vinos de Jerez, aunque más por una cuestión de imagen que como modelo de negocio. El nuevo consejero delegado, al frente de una plantilla de 900 trabajador­es –casi medio millar en Andalucía– se enorgullec­e del “talento” que hay en la firma del toro tras completar los cambios del equipo directivo con sólo dos fichajes –el director de auditoría interna y el director general–. “El resto ha sido todo promoción interna”, subraya. –¿Cómo ha ido el relevo generacion­al?

–Más que relevo generacion­al es una transición familiar. Ha sido una transición ordenada, transparen­te y muy pausada porque se comunicó con mucha antelación. Ha sido un aterrizaje muy bueno. –Los resultados económicos del último año avalan el proceso... –Hemos crecido un 8% en facturació­n, un 14% en marcas propias y un 14% del Ebitda. Y en beneficio neto un 20%.

–Buena parte del crecimient­o se concentra en las marcas propias. –Estamos ahora en pleno proceso de elaboració­n del plan estratégic­o y estamos poniendo el foco es en las marcas propias premium, que es donde Osborne tiene mucho que decir y que ganar, y donde vamos a basar la solidez de la compañía. Tenemos que ser muy respetuoso­s con las marcas no premium, las tradiciona­les como Veterano, Magno, Anís del Mono... que representa­n gran parte de la facturació­n, aunque no están pujantes. Sin embargo, vemos que en las marcas premium, como 5J, Nordés, Carlos I y Montecillo, el consumidor es más sofisticad­o, está dispuesto a pagar un poco más y vemos que hay una posibilida­d de crecimient­o importante. –Se echan en falta los vinos de Jerez entre las marcas estratégic­as de Osborne. –Nuestra cuenta de resultados es un 45% espirituos­os, un 40% Sánchez Romero Carvajal y un 15% vinos. Los vinos son parte del origen de esta familia, pero Osborne es más una compañía de spirits, de bebidas espirituos­as, que de vinos. Los vinos los tenemos y una de las categorías en la que tenemos que basar más nuestra ima- gen, a parte de Montecillo, es en la gama de los VORS, los vinos viejos de Jerez de los que tenemos una colección muy importante. –Ahora que hay un cambio de tendencia del jerez, ¿no les tienta volver a apostar por estos vinos? –El otro día un accionista me preguntó lo mismo, pero no podemos construir un modelo de negocio en torno a los vinos viejos de Jerez, que tienen una producción limitada y una guarda larga, pero sí un modelo de imagen y encima ganarle dinero. Es verdad que en el vino de Jerez se está produciend­o un cambio de tendencia, pero es un consumidor mucho más maduro. Como decimos en el Marco, el jerez no es un vino de introducci­ón, sino al que se llega y creo que tenemos que basarnos en vinos de mucha calidad, muy singulares, que tengan algo que contar. No es que los hayamos abandonado, pero es una cuestión más de imagen. –La familia vuelve a tener el 100% de las acciones tras la salida –en 2016– del grupo inversor Fosun. ¿Han abandonado la estrategia de la expansión vía adquisicio­nes, fusiones... que primaba con el socio chino? –Lo que estamos haciendo dentro del consejo de administra­ción con la ayuda de Bill [Derrenger, nuevo director general] es un plan estratégic­o más de crecimient­o orgánico y concentrad­o en las marcas propias, las marcas premium de la compañía. Por supuesto, hablamos con mucha gente, tenemos contacto con fondos, con bancos... pero no es un factor ahora estratégic­o para Osborne. El nuevo plan estratégic­o se va a presentar al consejo de administra­ción a final de este mes y en septiembre lo aprobaremo­s, lo modificare­mos o lo que se estime oportuno. –¿Tiene este cambio de estrategia algo que ver con las experienci­as en la distribuci­ón de marcas? –El resultado global de la distribuci­ón de marcas, de terceros se refiere, creo que ha sido súper positivo. Hablamos de Monster, Red Bull, Seagrams, Santa Teresa... y creo que eso es una fortaleza de Osborne, porque sabemos construir las marcas propias y las de terceros. Construir marcas de terceros, puesto en su contexto, es un buen negocio con el que hemos

No es que hayamos abandonado el vino de Jerez, pero es más una cuestión de imagen y sobre todo en los VORS”

La expansión vía adquisicio­nes y fusiones no es ahora un factor estratégic­o; el foco está en las marcas propias”

Con la distribuci­ón de marcas de terceros hemos ganado mucho dinero y vamos a seguir explotando ese negocio”

ganado mucho dinero. Para darle alguna pista más del plan estratégic­o, tenemos que complement­ar nuestro portafolio y una forma razonablem­ente barata de hacerlo es traer productos de terceros. Para mí no es algo estratégic­o, pero es bastante táctico y tenemos que seguir explotando esa vía.

–Si no me equivoco, las exportacio­nes suponen el 25% de la facturació­n de Osborne. ¿Que peso tiene la internacio­nalización en el nuevo plan?

–Con nuestras marcas estamos en el 30%. Ahora mismo estamos en 64 países y no puedes abarcarlos todos, por lo que nos centramos en los que consideram­os estratégic­os, como Alemania, Estados Unidos, Inglaterra, China... Está muy bien estar en 64 países, pero en realidad donde vamos a poner el foco, a construir marca y a hacer inversión es en seis o siete países. –Como líderes en la categoría Brandy de Jerez, ¿qué le parecen los últimos movimiento­s en el sector con la llegada de inversores filipinos?

–(Sonríe) Muy bien. Siempre digo que en cada país al que vas hay una bebida nacional muy recogida. En México está el tequila, en Francia el pastis y en España, donde tenemos un destilado muy bueno, que lo hacemos muy bien y nos han imitado por ello, porque el ron no deja de ser muy parecido, parece mentira que lo tengamos un poco denostado. Que venga gente de fuera a invertir en el Marco de Jerez es positivo porque nos da notoriedad. La gente se interesa por este tipo de operacione­s. Es importante y refrescant­e, y si esto nos ayuda a vender más brandy, bienvenido sea.

–Por un lado apuestan por el brandy, pero por otro Osborne fue la primera bodega del Marco en renunciar al Brandy de Jerez con Veterano.

–En un momento dado, con la reforma de la PAC, las ayudas no iban al productor y hubo una transferen­cia clarísima del coste, que subió muchísimo. Una bebida en la que tienes unos costes que se incrementa­n mucho, donde no puedes aplicar ese incremento al precio y ves que la categoría cae, no voy a decir que hubiera sido la muerte, pero sí una aceleració­n a peor si no hubiéramos hecho eso. Ahora hemos conseguido que el aterrizaje del coste sea menos y seguimos apostando por el brandy en su plena concepción con Magno, con Carlos I, con el que también estamos haciendo terminacio­nes en amontillad­o, en Pedro Ximénez; tenemos el Carlos I Imperial y vamos a crear otro brandy, el 1520, que está por encima. Nosotros sí creemos en la categoría brandy y, como he dicho antes, somos más una compañía de espirituos­os.

–Las últimas estadístic­as de ventas de bebidas espirituos­as españolas de calidad, y en particular del Brandy de Jerez, no son nada halagüeñas. ¿Les preocupa? –Es verdad que está cayendo a dos dígitos, pero nosotros no sólo somos una compañía de brandy, tenemos también ginebra, marcas de terceros, Anís El Mono... Eso no quita que sea una preocupaci­ón, no por las estadístic­as, sino porque es una caída que lleva desde hace tiempo. Las bodegas tenemos que apostar por lo que tenemos que apostar cada una, pero creo que se pueden hacer cosas en una categoría que nos ha dado muchas alegrías en el Marco y debería seguir siendo así. Para nosotros es vital.

–Se nos ha colado la ginebra, el ron añejo... ¿Llegará alguna vez el momento del brandy?

–No soy un experto, pero hay cosas que se pueden hacer en otro sentido, en el marketing, la venta, en educar al consumidor. Hay muchas cosas en las que tenemos que aportar nuestro granito y las compañías tenemos que reflexiona­r sobre ese punto. Por eso digo que cuando pones el foco en vez de en la categoría en la marca, quieres hacer una cosa con Carlos I y otra cosa distinta con Magno. Cada cosa lleva su plan, su plan aterrizado y llevado a la ejecución. Nosotros vamos a intentar cosas y el tiempo dirá. El brandy combina estupendam­ente y hay gente que se echa las manos a la cabeza cuando le dices que le ponga hielo al brandy. Ponle lo que quieras, pero que se consuma. No seamos demasiados talibanes en esto. –¿Aún vendéis 5J en Harrods? –En Harrods en Londres, en las galerías Lafayette en París y en Kadewe en Berlín.

–Los ibéricos os han dado muchas alegrías en los últimos años. ¿Es el modelo a seguir? –Una de las cosas que vi cuando llegué es lo bien que está hecha la construcci­ón de la marca 5J. Ahí tenemos muchos aprendizaj­es que hacer para otras marcas, dónde queremos estar y dónde no... En Osborne veníamos funcionand­o antes con tres unidades de ne- gocio: Sánchez Romero Carvajal, spirits y vinos. Eso lo hemos roto en el buen sentido de la palabra y hemos hecho una organizaci­ón mucho más transversa­l. Ahora el comité de dirección está organizado por funciones y no por unidades de negocio, y está organizado para aprender los unos de los otros. Si tiene éxito la digitaliza­ción de la marca 5J, ¿por qué no la vamos a aplicar en el resto?. Hay muchas sinergias que se pueden aprovechar y con la llegada de Bill hemos cambiado la estructura para enfocarnos más en las marcas y ser más transversa­les.

–La incorporac­ión de un director norteameri­cano ¿es una declaració­n de intereses de vuestros planes en ese mercado? –Básicament­e hay dos productos de Osborne en Estados Unidos: Montecillo y 5J. También vendemos espirituos­os, pero la entrada en el mercado norteameri­cano es compleja. Lo bueno de ese mercado es que es tan amplio que inten- tamos no cubrir todo el territorio, sino ciudades. No puedes invertir en todo EEUU porque no tenemos capacidad para ello, pero sí selecciona­r unas ciudades en lugar de lanzarnos a una campaña nacional, que no es posible.

–Si la amplitud es lo bueno, ¿lo malo es Donald Trump? –(Risas) La verdad es que esas cosas no ayudan. No sé en qué va a acabar. Que de repente lo que le ha pasado a la aceituna negra nos pase a nosotros o a quien sea no ayuda, es una amenaza. No sé qué pasa por la cabeza de Trump, pero no ayuda y la tendencia de la globalizac­ión es buena. No intentes ponerle puertas al campo, aunque Trump es imprevisib­le.

–El toro es un icono nacional, pero también es foco de las iras de la corriente animalista. ¿Cómo llevan los actos vandálicos? –Tenemos 95 toros. Le cuento una anécdota. Hace un año me llamaron del Instituto San Telmo para hablar sobre la marca Toro en el Máster, donde había una polémica entre los alumnos sobre si estaba vinculado a lo taurino, que si los Osborne eran ganaderos... Para salir del paso les dije que el Toro de Osborne no es un toro de lidia, pero que los Osborne sí somos ganaderos porque hay 95 toros en las carreteras que hay que alimentar, pintar y mantener de pie, y eso cuesta dinero. Igual que nos atacan a nosotros por eso atacan al cava catalán los que no son independen­tistas. Estas cosas tienen su momento y si lo dejas pasar y actúas con discreción, y nosotros somos una compañía que no quiere llamar la atención, dentro de dos meses lo arreglamos y el Toro se va a mantener.

–¿Tenéis muchos frentes con plagios en la actualidad?

–No. Eso se ha reducido mucho desde que registramo­s la marca Toro, no con el símbolo, sino con las letras y hemos empezado a hacer cosas, a licenciar la marca, lo que te hace de freno para lo que es ilegal. Tenemos muchas colaboraci­ones con empresas que nos piden licenciar el Toro y sin problema.

–¿Qué va antes, familia o negocio?

–Como consejero delegado diría que el negocio, pero hemos establecid­o un buen gobierno corporativ­o y la familia está en el sitio que tiene que estar. Y otra cosa es el negocio, que desde hace mucho tiempo se ha profesiona­lizado con dos figuras, el presidente y el consejero delegado, que somos los garantes de que las cosas se lleven a cabo. Osborne sigue siendo una empresa familiar y con arraigo, primero porque hemos emprendido buenos negocios; segundo porque hemos sabido distinguir desde muy pronto esta faceta; y luego porque ha habido mucha generosida­d por parte de la familia. La combinació­n de estas tres cosas nos hacen que estemos en estos momentos aquí y que vayamos a perdurar otros 250 años.

Que venga gente de fuera a invertir en el Marco es positivo y si encima vendemos más brandy, bienvenido sea”

No voy a decir que la salida del Veterano del brandy hubiera sido la muerte, pero sí una aceleració­n a peor”

La categoría brandy nos ha dado muchas alegrías en el Marco de Jerez y debe seguir así; para nosotros es vital”

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REPORTAJE GRÁFICO: PASCUAL Fernando Terry, nuevo consejero delegado de Osborne, posa en la bodega de Mora de la firma del Toro en El Puerto.
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