Pacto de Estado
Hace 40 años yo tenía 28, con una incipiente democracia y con peligro evidente de involución, se sentaron unos representantes del pueblo español y en interés de éste, firmaron unos pactos políticos y económicos que dieron pie a lo que después sería la Constitución y todo el desarrollo democrático del país. Sí, fueron los Pactos de La Moncloa. ¿Qué duda cabe de que a aquellas personas les separaban más cosas que las que les unían? Pero se sobrepusieron a ello y fueron capaces de ceder cada uno en su parcela para que ninguno venciera y, sin embargo, lo hiciéramos todos. Los firmantes fueron Adolfo Suárez y Leopoldo Calvo Sotelo (UCD), Felipe González (PSOE), Santiago Carrillo (PCE), Enrique Tierno Galván (PSP), Josep María Triginer (PSOEC), Joan Raventós (CSC), Juan Ajuriaguerra (PNV), Miquel Roca (CiU) y Manuel Fraga (AP), que no suscribió el acuerdo político, pero si el económico. Los acuerdos fueron después ratificados por el Congreso y el Senado y contenían aquello que los firmantes creyeron que era necesario tratar como pacto de Estado. Hoy en día hay una docena de temas que en mi humilde opinión debieran ser objeto de un pacto de Estado. Sin ir más lejos, la educación. Pero también la política internacional, la de defensa, la sanidad, la política económica en lo que respecta a tope de gasto, a deuda, a modelo productivo, a redistribución de la renta, a política fiscal, etcétera, por no hablar de pensiones, de empleo,
de industria, que también. Y del modelo autonómico y del cambio o cambios en la Constitución. Todo lo demás nos lleva a que en cada cambio de Gobierno los vaivenes nos hagan un país poco fiable. Y que en cualquier tema nos tiremos a la cabeza los trastos y nos insultemos de mala forma. ¿No tenían motivo, por ejemplo, Fraga y Carrillo para insultarse e incluso llegar a las manos hace cuarenta años? Y sin embargo, se sentaron en la misma mesa. Creo que no vamos por buen camino y que un gran Pacto de Estado sobre temas importantes sería un vehículo para seguir con una política democrática digna y buena para todos. ¿Tan difícil es que se sienten los líderes políticos de hoy y reediten un pacto válido para todo el mun-
do en el que, indudablemente, todos se dejen algunas pretensiones pero todos ganemos en saber el camino por el que vamos a discurrir? ¿Es mucho pedir? ¿No frenaríamos este desmadre en que nos estamos convirtiendo? Señores políticos electos, desde aquí les propongo que empiecen las conversaciones previas (entonces también las hubo) para preparar un gran Pacto de Estado que calme las aguas y haga que mis nietos vivan más tranquilos, al menos, los próximos cuarenta años. ¡A ver si son capaces! Andrés Gandía
Las cartas no deben exceder de las 20 líneas y han de estar mecanografiadas, con fotocopia del DNI y firmadas.