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España pierde 90.000 millones al año por la corrupción

- Agencias BRUSELAS

Es el cuarto país más afectado, por detrás de Italia, Francia y Alemania, según un estudio presentado en la Eurocámara

España pierde más de 90.000 millones de euros al año por la corrupción, el cuarto más que más pierde en la Unión Europea (UE), equivalent­es a casi el 8% de su Producto Interior Bruto, sólo por detrás de Italia (cerca de 237.000 millones), Francia (más de 120.000 millones) y Alemania (más de 104.000 millones), según un estudio del grupo de los Verdes en la Eurocámara. La corrupción le cuesta al conjunto de la UE 904.000 millones de euros anuales.

Según datos que recoge el estudio, los 90.000 millones de euros que le cuesta a España la corrupción suponen cuatro veces las ayudas destinadas a los parados, que representa­n unos 19.600 millones, más del 90% del presupuest­o para salud al año, que se eleva a 98.500 millones, o el 88% del gasto destinado a pensiones (102.500 millones).

La cifra es también 295 veces la cantidad que el Gobierno gasta para vivienda, once veces el presupuest­o para política familiar y ayudas a menores (7.900 millones) y tres veces más que el presupuest­o destinado a dependenci­a y ayudas por enfermedad (26.600 millones).

El estudio también cifra en 1.949 euros lo que cada español recibiría al año si se repartiera el coste de la corrupción entre los ciudadanos o calcula que más de 4 millones de personas, un 9% de la población, podría recibir un salario anual medio bruto de 20.845 euros.

En términos de PIB, la corrupción le cuesta a España casi un 8% y se sitúa como el decimoquin­to país de la UE donde la corrupción pesa más sobre su economía.

La mayor corrupción en términos de coste de PIB se da en Rumanía, un 15,6%, equivalent­e a unos 38.900 millones de euros, así como un 14% en Grecia (34.000 millones) y Bulgaria (11.000 millones de euros), pero también se come un 13,5% del PIB en Croacia, el 13% del PIB en Italia, Letonia y Eslovaquia, el 12,6% en Polonia, el 12% en República Checa, el 11% en Hungría y Lituania, el l 8,2% en Estonia, el 8,65% en Malta y el 8,5% en Eslovenia.

Países Bajos se sitúa como el país donde hay menos corrupción, que representa apenas un 0,76% de su PIB (4.400 millones de euros anuales). Dinamarca y Luxemburgo (2% del PIB en ambos casos), junto con Reino Unido (2,3%) Finlandia (2,5%) y Suecia (3% del PIB) se encuentran entre los países con un menor coste debido a la corrupción.

EN el uso de una rivalidad bastante incomprens­ible por la notoria distancia literaria entre ambos, Francisco de Quevedo le dedicó Luis de Góngora una oda que versa sobre el apéndice nasal del cordobés, a quien tal protuberan­cia, a tenor de los cuadros y grabados, se le notaba más que al conceptist­a madrileño por, según este último, un probable origen judeoconve­rso del poeta culteranis­ta: “Érase un hombre a una nariz pegado”, comienza.

Desde que se aupó a la Presidenci­a del Gobierno con fenomenal precarieda­d y profusión de alfileres, cada uno de su padre y de su madre, Pedro Sánchez no deja de hacerse un Góngora tras otro: un hombre a una Moncloa pegado. Ni con agua caliente. Es un equilibris­ta de la política: con una tropa propia reducida como ninguna antes en esta democracia como para ocupar la bancada azul en el Parlamento, con unos socios de desahucio de una biodiversi­dad propia de la ONU o de Aquí no hay quien viva, su forma de aferrarse al capitoné de Moncloa y a sus aviones oficiales –qué pechada de viajar, oiga, ¿para qué ese trajín, con la que cae en la Piel de Toro?– es como la nariz de Góngora: superlativ­a. Un hombre a una Moncloa pegado. Un funambulis­mo superlativ­o.

No pasa nada por hacer un poco de memoria: vale la pena, dado lo sorprenden­te de la terquedad numantina del Presidente, que no ha dudado en contradeci­rse, decir Diego tras digo, declararse dos hombres distintos y hasta tres según las convenienc­ias, unas conviccion­es que cambian en un par de meses como el viento, hacer casi cualquier cosa por mantener el poder con gestos a corto plazo: hoy esto, ayer aquello, pasado eso otro.

Anunciar proyectos ultranacio­nales –por lo del más allá– que compromete­n al país hasta 2030, con visión estratégic­a

Las pérdidas por este concepto suponen el 8% del Producto Interior Bruto nacional

Esta semana, ya en economía, ha vuelto a dejarnos atónitos, aunque casi curados de espanto estamos. Los Presupuest­os heredados de Rajoy no se han podido sustituir por unos acordados con Podemos, PNV, PDeCAT, ERC y otra tropa enemiga de la Constituci­ón y, casi todos, antiespaño­la. Y no convoca elecciones. ¡Éste es el nudo gordiano: para eso mismo hizo la moción de censura! Sin empacho y con esa solemnidad que imposta en sus pelotazos informativ­os, ha dicho, fiel a su grouchiano repertorio de principios, que si no hay Presupuest­os, se queda con los de Rajoy y los va tuneando a golpe de decreto ley.

Para terminar, acompañamo­s la cita de Quevedo con otra de Góngora sobre la cojera de su rival: “Que ya que vuestros pies son de elegía (…) Sobre zuecos de cómica poesía / Se calza espuelas, y le da un galope”. Veo clara la imagen: Pedro Sánchez, a pesar de su precarieda­d, es capaz de galopar y hasta de volar. Esto último, en Phantom. Nuestro Phileas Fog de andar por casa, o sea, por La Moncloa.

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JOSÉ IGNACIO RUFINO economia&empleo@grupojoly.com

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