DEL LADO DE LOS CLIENTES
Ese potente vínculo emocional con los clientes, tan perseguido por los responsables de marketing, comunicación y RSC de las empresas, es el preciado engagement que en Navidad parece más fácil de conseguir. Porque cuando suenan los primeros villancicos, se estrena el anuncio de la lotería de Navidad y se encienden los alumbrados callejeros entre otros muchos impactos sensoriales –cada año ocurren antes–, nos inunda un sentir generalizado en el que aparcamos preocupaciones, procuramos centrarnos en el momento presente y somos más sensibles a las necesidades de los demás. Es lo que denominamos el espíritu navideño que, como todo hábito humano, está anclado a imágenes, tactos, olores y sonidos concretos que, especialmente los de Navidad, son muy potentes –por eso cada año comienzan antes–.
Esa es la razón por la que, cuando llega la Navidad, las empresas suelen gastar una gran parte de sus presupuestos anuales de marketing y comunicación para enfocarse en la creación de campañas navideñas muy emocionales, ya sea para aumentar sus ventas, para mejorar su reputación o para todo a la vez.
Este año muchas empresas han coincidido en el mismo tema para crear sus mensajes de campaña: el escaso tiempo que pasamos de calidad con los seres queridos. Ustedes seguro que ya habrán visto algunos de ellos. Desde el “hay que verse más” de Ruavieja al concurso de familias que pierden el concurso sobre conocimiento personal entre sus integrantes de Ikea, la campañas emocionales están arrasando en la red. No es ninguna novedad, hace muchísimos años que el turrón vuelve a casa por Navidad ensalzando los mismos valores que este año se argumentan frente al excesivo consumo de tiempo en el trabajo o en redes sociales. Da igual, los valores de la familia, la amistad, la solidaridad, siempre funcionan.
Por eso la Navidad es un momento perfecto para crear o fortalecer esa identificación emocional con los consumidores, porque es lo que más nos afecta en el proceso de compra. Lo que no tiene sentido es perder esa conexión con el cliente descuidándola el resto del año. sí que son sus personas. Así que, de nada sirve a una empresa tener una reputación estupenda y conseguir que como cliente comparta valores importantísimos, si en mi relación con uno de sus empleados se derrumba todo lo que una campaña carísima ha logrado construir. Y aquí es donde juega su importantísimo papel el clima laboral, otro valioso intangible de la RSC que tampoco se puede mantener cuidándolo sólo en Navidad.
El clima laboral es un aspecto crucial para las empresas. Ya hemos compartido otras veces lo rentables que son los empleados satisfechos. Porque el clima laboral es el ambiente en el que los trabajadores desarrollan sus tareas y ese ambiente repercute directamente en