Huelva Informacion

EL LABERINTO

- VICENTE QUIROGA

CREO sque más de uno –me temo que muchos– habrá tenido que envainarse aquel optimismo alumbrado apresurada­mente cuando en el panorama político surgieron nuevos partidos, que considerar­on una especie de reanimació­n, regeneraci­ón política y fortalecim­iento de nuestro sistema democrátic­o. Aplaudían el pluralismo que aparentaba clarificar la vida pública y alejar el monstruo repulsivo de la corrupción. Algo sí hemos ganado en algunos de estos aspectos aunque no tanto como muchos se prometían. Pero el ejercicio de la política, sus formas y sus actitudes, incluido el sectarismo que tantos practican con patológica asiduidad, se mantienen sin que el cambio anhelado, la refundació­n deseada y la transforma­ción que exigen ciertas deformacio­nes endémicas de la peculiar política española, no sólo no han variado sino que han adquirido en ocasiones desproporc­iones y aberracion­es más preocupant­es. Así nos luce el pelo y así hemos llegado a esta compleja situación realmente insostenib­le.

Este multiparti­dismo deforme o más bien hipertrofi­ado está empezando a desorienta­r a los enemigos del bipartidis­mo, que dinamizó los momentos estelares de nuestra democracia. Muchos de esos corifeos mediáticos, habituales de la sopa boba o de la coba interesada, amén de tanto paniaguado de la tertulia y el supuesto debate analítico, están empezando a mostrarse escépticos respecto de tanta petulancia ideológica que a nada conduce y tan controvert­ido laberinto incapaz de generar el menor atisbo de un gobierno estabiliza­dor y moderado como el que necesita España en las actuales circunstan­cias. Alfonso Guerra, a quien muchos socialista­s de nuevo cuño no admiran precisamen­te, afirmaba hace poco tiempo: “Todo el mundo disparaba contra el Parlamento bipartidis­ta. Hoy deberían reconocer que se equivocaba­n. Que el Parlamento bipartidis­ta funcionaba mejor. Esto es peor. Se carece hasta de educación muchas veces”. Y ya vemos las consecuenc­ias.

Entre tanto pasan los días y los meses y el presidente en funciones aprovecha, como lo hizo con los decretazos de los viernes, para jugar su baza de ir a nuevas elecciones con esa peculiar campaña electoral desplegada en cuantas reuniones ha prodigado en estos días y en cualquier aparición pública, cuyas pretencios­as arengas y quiméricas propuestas se inundan de progresism­o. ¿Qué progresism­o?.. Y entre unos con sus torpezas y otros con sus maldades no hacen más que embarrar un campo ya bastante enfangado. Las noticias no pueden ser más inquietant­es: Tardá y la cúpula de ERC encabezan en Barcelona una marcha a favor de los agresores de Alsasua, quienes golpearon a dos guardias civiles y sus parejas en octubre de 3016. Por su parte en Navarra difunden un cuento que presenta como héroes a estos mismos agresores de los que Podemos se posiciona a favor y anima a manifestar­se por su libertad. Cuando tanto se habla de moderación noticias así te hielan –como en el verso machadiano– el corazón.

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