Doble beneficio en la desulfuración
EN los últimos años las exigencias legales para las especificaciones de azufre de gasóleo y gasolina de automoción han bajado su contenido del 0,3, y 0,1%, respectivamente, a solo el 0,001% (10 partes por millón). Para poder cumplir con este requerimiento, Cepsa ha realizado importantes inversiones en mejoras y ampliaciones en sus procesos de desulfuración que han hecho posible un doble beneficio. Por un lado, estas inversiones han permitido “evitar que el azufre que quitamos salga por las chimeneas”, con la consiguiente reducción del impacto ambiental en la producción de los combustibles, asegura Antonio García Sánchez. Por otro lado, se logra reducir la incidencia por las emisiones de SO2 de estos productos en las ciudades a través de los
tubos de escape de los vehículos en general. La desulfuración del gasóleo y las gasolinas va unida a la evolución tecnológica de los motores y sus procesos de combustión, que han contribuido a reducir el impacto de los vehículos en el medio ambiente y mejorar la calidad del aire. Además, Cepsa ha ido más allá al reducir en 2018 el porcentaje de azufre en estos combustibles entre un 35 y un 26% con respecto a la obligación legal. Y es que el compromiso es claro: desarrollar “productos eficientes, seguros y sostenibles” por medio de la aplicación de las tecnologías más novedosas y las mejores técnicas disponibles. Desde 2010 se ha mejorado la eficiencia en 14,9 unidades en la Refinería y un 13,5% en Cepsa Química. Cuando más eficientes son las fábricas, menos combustible se necesita, lo que “contribuye a reducir las emisiones de las propias plantas y a consumir menos recursos del planeta”, comenta Antonio García.
Las instalaciones de Cepsa se sitúan entre las mejores del mundo por su índice de eficiencia energética. Las emisiones de CO2 por unidad de producto fabricado (gasoil o gasolina) se ha reducido prácticamente a la mitad desde 1990, año de referencia del protocolo de Kioto. Fabricar en Europa supone “emitir mucho menos CO2 que hacerlo en otras partes del mundo; todos tenemos que tomar conciencia del impacto ambiental de importar productos fabricados en países con menor eficiencia energética”, afirma García Sánchez: “Nuestro objetivo es el de gestionar todo lo que esté en nuestra mano para reducir el impac
to que nuestra actividad pueda tener sobre el clima y para ello no nos conformamos con cumplir con las normativas internacionales (donde Europa es la más exigente) sino que mantenemos actualizados nuestros métodos de gestión del cambio climático”. Por otra parte, las directivas europeas y la legislación española marcan como objetivo para 2018 que un 6% de la energía presente en el conjunto de las gasolinas y gasóleos provenga del empleo de biocarburantes. El aporte de combustible de origen biológico “también ha mejorado el comportamiento medioambiental en la producción”, dice el responsable de Medio Ambiente de la planta de La Rábida. El porcentaje de biodiesel en el gasóleo de automoción que elabora la Refinería a partir de aceites vegetales ha sido del 5,5%, a lo que hay que añadir un 1,3% de aceite vegetal hidrotratado (HVO). La incorporación real de biocombustibles en los gasóleos y gasolinas de Cepsa en 2018 ha sido del 6,27%, un 4,5% superior al objetivo establecido legalmente.