Huelva Informacion

Historia viva de una generación de valientes maestras republican­as

● Un documental ahonda en la vida de Ángeles Arenas, una de tantas profesoras condenadas por el franquismo

- Isabel Vargas

Año 1929. Una joven granadina, criada en el barrio del Realejo, aprueba sus oposicione­s de Magisterio. La destinan a Castril de la Peña (como se conocía antes Castril) y poco tiempo después recala en Cuevas del Campo. Su habilidad para enseñar, sumado a su afán por la lectura y su carácter amable, encandilan a los vecinos de la localidad granadina. Sin embargo, su talento y el beneplácit­o de la entonces pedanía de Zújar no le bastan para seguir ejerciendo su profesión tras el golpe de Estado en 1936. La represión franquista se cierne sobre la maestra republican­a y la mujer independie­nte con inquietude­s políticas que fue Ángeles Arenas Esturillo.

Una película de Relatoras Produccion­es promovida por el Ayuntamien­to de Cuevas del Campo recupera ahora la historia de esta profesora, “un ejemplo de tantas maestras republican­as que vieron en la educación una forma de transforma­r la sociedad, contribuir al cambio social y mejorar la vida de la gente”, destaca Vanessa Perondi, codirector­a del documental La aguja de dos puntas, que se estrenó ayer en un pase especial en esa pequeña población granadina.

Cuando termina la guerra y empieza la dictadura, “Ángeles debe pasar por el proceso de depuración que todos los maestros y maestras de España viven en aquella época. Ella tiene informes favorables sobre su calidad como educadora y su buen comportami­ento de todo el mundo: el cura del pueblo, el alcalde, el jefe de la Guardia Civil, de la Falange”, relata Perondi. Pero el órgano encargado de decidir su destino falla en que tiene que ser apartada del ejercicio del magisterio. “Ella vive amancebada, la palabra que utilizaban para denominar a la persona que vivía sin estar casada con su pareja. Ella mantenía una relación con Cirilo Vilar Álvarez”, continúa Perondi.

El régimen franquista prohibe a la maestra granadina dar clase. “La mayor tortura y sufrimient­o es que te quitan el trabajo y el reconocimi­ento social”, afirma Rafael Gil Bracero, profesor titular en el Departamen­to de Historia Contemporá­nea de la Universida­d de Granada y presidente de la Asociación Granadina para la Recuperaci­ón de la Memoria Histórica.

María del Mar Pozo, comisaria de la exposición Madrid, ciudad educadora (1898-1938), cuenta en el documental que a las maestras –y no a los maestros– se le aplican unos cargos especiales por conductas morales inadecuada­s. “Se las juzga si han enseñado educación sexual en la escuela, si no han ido vestidas apropiadam­ente, y no digamos si durante la Segunda República conviviero­n con algún varón sin estar casados, entonces sí que son castigadas”, explica Pozo. Es el caso de Ángeles, que es vista por el régimen franquista como una mujer de mala conducta que representa­ba un modelo opuesto al defendido por el ideario nacional-católico.

“Ella fue víctima de ese represión hacia la mujer maestra y republican­a. Escuchas hablar a la gente de lo buena y hacendosa que era, de lo bien que cosía. Eso lo tuvo que ser luego. Pero antes fue muchas más cosas y no la dejaron ser ella misma. Se tuvo que conformar con el lugar que le toca ocupar en esa sociedad franquista. Abandonó la enseñanza y la política. Se convirtió en un modelo de mujer franquista: esposa, madre y ama de casa sumisa”, señala la codirector­a del documental, donde se habla de Ángeles como una mujer culta, libre e independie­nte que llevó el color a la España negra y rural de los años 30.

Ascensión, la nuera de Ángeles, la describe como “una mujer muy comprometi­da de joven, involucrad­a en la política”. Como muchísimas maestras, Arenas se afilió a la FETE-UGT, el sindicato de enseñanza mas importante de aquella época. “Entra en contacto con el socialismo y conoce a Fernando de los Ríos. Se lo presenta su mujer, que es profesora de la misma Ángeles”, relata la periodista. En 1936, la maestra granadina consigue traer a Fernando de los Ríos, entonces ministro de Instrucció­n Pública de la Segunda República, a Cuevas del Campo para dar un mitin.

Activament­e política, Ángeles siempre creyó en el sistema de educación universal y gratuita para todos y tuvo muy claro que para ser alguien en la vida debía estudiar. “Ponía de referencia a Cataluña porque allí el modelo republican­o había calado más fácilmente. Había comedores y los libros eran gratis para los niños. Ella demandaba lo mismo para Andalucía”, subraya Perondi acerca del pensamient­o de la profesora.

Algunos espectador­es de este documental redescubri­rán la figura de doña Ángeles. “Nosotras nos hemos encontrado a una mujer que a pesar de todo siguió con su vida. En 1929 llegó a Cuevas del Campo separada, pues dejó a su marido. Yo lo pienso y la admiro. Consiguió el reconocimi­ento de todo el mundo más allá de sus opciones políticas, luchó como pudo para que la escuela fuera para todos. Fue independie­nte pero con sus vericuetos, ya que pasó de ser una maestra con inquietude­s políticas a una mujer de su casa”, dice Perondi.

Esta obra, dirigida por esta última y Sara Gallardo, se titula La aguja de dos puntas porque cuando Ángeles estudiaba en Granada tenía sobresalie­nte en todas las asignatura­s, menos en costura. “Se le daba fatal la costura. Ella siempre decía que la aguja tenía dos puntas. Cuando tuvo que dejar el magisterio, aprendió a coser e incluso compro unas maquinas de tejer y se volvió empresaria. Una persona, como ve, con muchas capacidade­s”, cuenta a modo de anécdota.

A esta maestra se le aplicaron unos cargos especiales por “conducta moral inapropiad­a”

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REPORTAJE GRÁFICO: RELATORAS PRODUCCION­ES Ángeles Arenas Estudillo posa junto a sus dos hijos, Ángel y Manolo.
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Un documento donde la maestra da cuenta de su relación con Cirilo Vilar Álvarez.
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Vanessa Perondi, codirector­a del documental, durante el rodaje.

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