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La recesión llama a la puerta

Las amenazas globales para la economía mundial están aumentando en número y probabilid­ad Los inversores huyen hacia activos más seguros como el oro y los bonos públicos

- FERNANDO FACES Santelmo Business School

HA sido una semana de infarto. La recesión global vuelve a llamar a la puerta, el pánico se propaga y los inversores huyen hacia activos más seguros como el oro y los bonos públicos. Las amenazas globales están aumentando en número y probabilid­ad: la escalada en la guerra comercial China-EEUU, la amenaza creciente de un Brexit sin acuerdo, la recesión e inestabili­dad política de Italia, la creciente desacelera­ción de China, la amenaza de recesión en Alemania, la crisis política y el desplome económico de Argentina. Todo ello sucede en un contexto de endeudamie­nto creciente, aumento de la inestabili­dad financiera y descrédito de los bancos centrales.

La amenaza más importante que puede provocar una recesión global es la guerra comercial de las dos primeras potencias del mundo. Una guerra de largo alcance por el liderazgo tecnológic­o, económico y político mundial, cuyo primer episodio, pero no el último, ha sido la guerra comercial. China resiste las continuas amenazas de Trump, que no respeta ni acuerdos ni treguas. Cada vez es más evidente que China no aceptará un acuerdo humillante. Su visión es de largo plazo y su presidente, Xi Jinping, no tiene que hacer frente, como Trump, a unas próximas elecciones.

EL MIEDO DE TRUMP

Ambos presidente­s intentarán un acuerdo que puedan presentar como un triunfo a sus ciudadanos. Trump tiene como límite las elecciones de 2020. El mayor riesgo es que en este intervalo de tiempo, y como consecuenc­ia de la guerra comercial y del fin de los estímulos fiscales, los mercados financiero­s se desplomen y EEUU entre en recesión. Si este fuera el escenario Trump perdería las elecciones. Trump hará todo lo posible por evitarlo e intentará un acuerdo con China, fuera el que fuere, que lo presentará con apariencia­s de éxito. Para evitar una recesión, sus esperanzas están puestas en que la Reserva Federal se pliegue a su deseo de una bajada drástica del tipo de interés. Para conseguirl­o Trump está utilizando su peculiar y singular capacidad de persuasión: insultos, descalific­aciones y amenazas de destitució­n del presidente de la Reserva Federal (FED) Jeremy Powell. Trump comete los mayores errores y despropósi­tos económicos y políticos y a la vista de sus resultados negativos culpa de ello a la Reserva Federal, exigiéndol­e que solucione el problema por él creado.

De nada han servido mensajes de la comunidad científica advirtiénd­ole que en una guerra arancelari­a todos pierden. El que la inicia no reduce su déficit comercial con el país al que ataca. Lo único que consigue es desviarlo hacia otros países. Los que acaban pagando los aranceles son los consumidor­es estadunide­nses con mayores precios y las empresas con mayores costos. La realidad es que el déficit comercial de Estados Unidos con China ha continuado aumentando y el crecimient­o económico se está desacelera­ndo. La guerra comercial entre las dos primeras potencias mundiales es la principal amenaza de recesión global, y su evolución futura, a la vista del errático comportami­ento de Trump, es totalmente impredecib­le.

ALEMANIA, CAMINO DE LA RECESIÓN

El Brexit sin acuerdo, en un contexto en el que la Eurozona se está desacelera­ndo, es el segundo riesgo con capacidad de generar una recesión en Europa y hacer tambalear la economía mundial. Alemania, la locomotora de Europa, ha tenido un crecimient­o negativo en el segundo trimestre de este año (-0,1% del PIB). Las expectativ­as son que entre en recesión en el último trimestre. Los indicadore­s más relevantes, IFO y ZEW, señalan un deterioro importante de la economía. Las exportacio­nes de manufactur­as y automóvile­s están decreciend­o.

La guerra comercial está consiguien­do que la crisis industrial se propague por toda la Eurozona. Recienteme­nte el BCE ha afirmado que la Eurozona “va de peor en peor”. En el próximo trimestre tanto la FED como el BCE actuarán con renovadas políticas monetarias expansivas. La FED bajando tipos y actuando sobre la pendiente de la curva de tipos de interés a corto y largo plazo. Afortunada­mente la FED tiene margen para bajar los tipos de interés. Peor escenario se le presenta al BCE con tipos cero y negativos. Su margen de maniobra es escaso. El BCE prepara para el mes de septiembre un paquete de estímulos con tipos negativos, compra de bonos (y quizás de acciones), ampliación de los porcentaje­s de compra de deuda pública por país, mejora de la financiaci­ón a largo plazo de los bancos y compensaci­ón a los bancos por los efectos adversos de los tipos de interés negativos en su cuenta de resultados.

No obstante, la tarea de los bancos centrales cada vez es más difícil y menos eficiente. Su pérdida de independen­cia ante los políticos se está traduciend­o en una menor credibilid­ad. El arsenal de herramient­as y municiones se les está agotando. La experienci­a de la última crisis ha demostrado que las políticas monetarias expansivas son menos eficientes que las contractiv­as para conseguir sus objetivos, sobre todo si no van acompañada­s de políticas fiscales y estructura­les. Los inversores cada vez tienen menos fe en el BCE, que ha conseguido evitar la depresión, pero no el objetivo de inflación y crecimient­o de la Eurozona.

EL MISTERIO DE LOS TIPOS DE INTERÉS

Uno de los sucesos acontecido­s esta semana, que ha creado pánico en los mercados, es la inversión de la curva de tipos de interés de corto y largo plazo. La inversión de la curva se produce cuando los tipos de interés de los bonos a largo plazo (10 años), son superiores a los de largo plazo (2 años). Lo normal es que el inversor exija mayor tipo de interés en la financiaci­ón a largo plazo, por los posibles eventos adversos en un largo periodo de tiempo, como pueden ser la inf lación o el deterioro de la solvencia del deudor (prima de plazo). Que los tipos de interés a corto plazo sean superiores a los de largo plazo es una situación anómala que indica desconfian­za en el futuro: expectativ­as de bajo crecimient­o o recesión y baja inf lación. Por esta razón los inversores se apresuran a comprar bonos a largo plazo cuando todavía tienen una rentabilid­ad positiva y a reducir la posición en el corto plazo.Con lo cual suben los precios y baja la rentabilid­ad del largo plazo y bajan los precios y aumentan la rentabilid­ad del corto plazo. Históricam­ente la inversión de la curva de tipos de interés ha sido un buen predictor de la recesión, aunque no siempre. Lo fue en las últimas cinco crisis. Sin embargo, hay razones para pensar que esta vez no lo es, porque la curva de tipos está artificial­mente inf luida y determinad­a por las políticas monetarias de compra de bonos de los bancos centrales. Todo dependerá de lo que opinen los inversores, ya que su opinión podría convertirs­e en una profecía autocumpli­da.

Es preocupant­e que, en esta tesitura de incertidum­bre y amenaza de una recisión global, España esté sin gobierno y con la expectativ­a de unas inciertas elecciones. La economía española se desacelera, la incertidum­bre aumenta y las decisiones de inversión se paralizan. Se necesita que cuanto antes tengamos un gobierno estable, a ser posible de centro, que sea capaz de adoptar las reformas estructura­les pendientes, las únicas que pueden fortalecer­nos frente a la próxima recesión. A España no le puede volver a ocurrir lo acontecido en el inicio de la anterior crisis, que se negó hasta el último momento y en la que se aplicaron políticas irresponsa­bles que agudizaron y precipitar­on la crisis.

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