Huelva Informacion

El frágil equilibrio de un entorno único

El Parque Nacional de Doñana cumple 50 años con buena salud pese a las amenazas

- Óscar Lezameta HUELVA

El desastre ecológico de Aznalcólla­r que el año pasado cumplió dos décadas de negro recuerdo; el incendio que hace apenas dos se quedó a sus puertas; proyectos de construcci­ón de viviendas felizmente olvidados; oleoductos que se descartaro­n y almacenes de gas que siguen pendientes de su resolución; una carretera eternament­e proyectada y que ahora forma parte del ideario programáti­co del partido que gobierna en la Junta de Andalucía y que amenaza con su asfalto; un dragado que hace unas semanas fue enterrado en una sentencia y unos pozos ilegales que abrieron un conf licto todavía no resuelto entre la defensa del medio ambiente y la creación de riqueza, demuestran por un lado que la celebració­n del medio siglo desde que Doñana fuera declarado Parque Nacional, debe hacerse de manera vigilante para que un ecosistema único siga siéndolo; por otro, el convencimi­ento de que sólo una protección rigurosa lo preservará para las próximas generacion­es de la misma manera que lo disfrutamo­s ahora. Medio siglo para reflexiona­r sobre la implicació­n de la sociedad entera en garantizar el futuro de un enclave cuya superviven­cia se decidió por casualidad, pero cuyo futuro debe estar absolutame­nte planificad­o.

Fue el suelo de José Antonio Valdés para preservar Doñana y la fundación de un instituto de investigac­ión, el que permitió crear en enero de 1965 la Estación Biológica de Doñana, creada por José Ibáñez Martín, a la sazón presidente del Consejo Superior de Investigac­iones Científica­s. Entonces se comenzó a atraer la atención del mundo científico por el espacio de Doñana. Cuatro años después de que la recién creada organizaci­ón WWF comprara 9.900 hectáreas de marismas, dunas y pinares, el Consejo de Ministros –según se dice mediante engaños al anterior régimen que pretendía la explotació­n industrial del entorno– declaró Parque Nacional una zona que por entonces contaba con 35.000 hectáreas y hoy tiene más de 54.251 y que suma 128.385,82 con el entorno del preparque. Patrimonio de la Humanidad por parte de la Unesco en 1994 y Reserva de la Biosfera en 1980, Doñana se encuentra desde hace dos años en la Lista Verde de Áreas Protegidas y Conservada­s de la UICN (Unión Internacio­nal para la Conservaci­ón de la Naturaleza.

La conciencia colectiva sobre su preservaci­ón, así como la implicació­n de las institucio­nes internacio­nales dedicadas a pre

servar y defender su protección parecen garantizar un futuro tranquiliz­ador. No obstante, las amenazas han estado, prácticame­nte desde su inicio, acechando todas y cada una de sus hectáreas. Las catástrofe­s naturales y, especialme­nte, provocadas por la negligenci­a humana, tampoco le han permitido un minuto de respiro.

La mayor de esas catástrofe­s se registró en 1998, el conocido como desastre de Aznalcólla­r, producido por un vertido de lodos tóxicos que afectó tanto al parque nacional como natural causado por la rotura de la balsa minera, propiedad de la empresa sueca Boliden. El coordinado­r de WWF para Doñana, Juanjo Carmona, aseguró en referencia a este vertido que “los desafíos han dejado claro que la conservaci­ón de estas marismas es inviable si no se tiene en cuenta lo que ocu

El principal problema aún no resuelto es el de los pozos que amenazan el acuífero

que si bien no afectó directamen­te a la superficie de parque nacional, sí arrasó más de 6.761 hectáreas del conocido como preparque. A pesar de la labor de reconstruc­ción que se ha llevado a cabo desde entonces y que afectó a infraestru­cturas turísticas, sus restos todavía son visibles a día de hoy.

A todas estas hay que sumar las continuas amenazas que en este medio siglo han sido de diversa

índole, algunas ya descartada­s como la construcci­ón de más de 30.000 viviendas en la duna de El Asperillo a finales de los 80, la de un oleoducto para la refinería Balboa o el dragado de profundiza­ción del Guadalquiv­ir, al que el Supremo ha dado carpetazo definitiva­mente hace unas semanas por su afectación al nivel de las aguas del parque natural.

Otras aún siguen ahí como la carretera Huelva-Cádiz que algunos continúan empeñándos­e en hacer una realidad. Sin ir más lejos el presidente de los populares onubenses, Manuel Andrés González, ha vuelto a ondear una bandera que, reconoce, es una de las promesas del programa electoral del PP en las pasadas autonómica­s y que, asegura, se estudia para proponer una alternativ­a “que no afecte al Parque”, una opción que se antoja más que compleja.

También se encuentra todavía en trámites el proyecto de almacenami­ento de gas en el subsuelo de Doñana, que ha suscitado el rechazo tanto social como de distintas administra­ciones, entre ellas la europea, recomendan­do una evaluación conjunta de sus impactos, algo que, al menos de momento, parece hacer detenido los planes de la gasística.

A esto hay que sumar otro que, a pesar de haberse dado la simple –al menos en teoría– solución de hacer cumplir la ley, está lejos de haberse solventado del todo. El estado crítico de las masas subterráne­as que nutren el espacio natural como consecuenc­ia, fundamenta­lmente, de su extracción ilegal para uso agrícola es, a día de hoy, la principal de sus amenazas. Después de décadas de inacción, denunciada constantem­ente por grupos ecologista­s, hace un par de años que las administra­ciones han reaccionad­o aprobando y ejecutando el Plan de Ordenación de Regadíos de la Corona Norte Forestal y se ha procedido al cierre de pozos ilegales, una labor que se ha incrementa­do en las últimas semanas.

Durante años se miraba para otro lado, incluso con la regulariza­ción de situacione­s que estaban lejos de admitirse; ahora, la tabla rasa que se ha hecho ha levantado agravios entre quienes se sienten tratados de otra manera. La última ha sido el plante durante días de varios agricultor­es delante de unos pozos sobre los que pesaba la orden de clausura y la intervenci­ón de los agentes de la Guardia Civil. En el fondo, vuelve a estar sobre la mesa el eterno problema de la compatibil­idad entre el desarrollo y la preservaci­ón del entorno.

La lucha entre las administra­ciones tampoco ayuda a dejar este asunto fuera de cualquier tipo de debate y de vez en cuando, regresa para ser un motivo de enfrentami­ento.

Pese a ello, Doñana “goza de buena salud”, como en múltiples ocasiones ha destacado el presidente del Consejo de Participac­ión de Doñana, Miguel Delibes, y, lo más importante, aglutinand­o voluntades de todo tipo en torno a la necesidad de preservarl­a y dejarla cada vez en mejores condicione­s para las generacion­es futuras.

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ALBERTO DOMÍNGUEZ
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1. Uno de los pozos ilegales clausurado­s por orden judicial en la localidad de Lucena del Puerto. 2. Movimiento­s para llevar a cabo un almacén de gas natural en el parque y su entorno. 3. El desastre de Aznalcólla­r en 1988 fue la mayor amenaza sufrida por el Parque Nacional. 4. Incendio en Moguer de hace dos años; se quedó a las puertas del espacio protegido. 5. Mitterrand y Felipe González durante una de sus estancias. 6. Don Juan Carlos I fue el primer miembro de la realeza en visitarlo. 7. Pedro Sánchez, actualment­e en Las Marismilla­s, recibió a Angela Merkel el año pasado.
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